Tratado de la pasión (fragmento)Eugenio Trías
Tratado de la pasión (fragmento)

"En el enunciado Jetzt aber tagts! cada palabra, escueta, económica, con esa concisión arcaizante que habíamos sorprendido en «sus bellos ojos», posee una positividad absoluta y necesaria que impide cualquier operación dialéctica, por razón de que ella es singularidad y diferencia respecto a todo aquello a que puede reducirla la consciencia común, a saber, los enunciados abstractos, por generales, «ahora es de día», enunciados que pueden invertirse, manteniendo la misma abstracción y generalidad, en su contrario, «ahora es de noche». Pero la enunciación hölderlineana no puede ser invertida ni negada, ya que ella es plena determinación sin negación, plena positividad, plena singularidad y diferencia. ¿Qué hubiera sido si Hegel, amigo de Hölderlin, en vez de arrancar de banalidades, en polémica con un no menos vano y vacuo empirismo de lo inefable, en vez de haber adoptado como punto de partida de la consciencia itinerante vaciedades del tipo de «ahora es de día, ahora es de noche, aquí hay una casa, allí hay un árbol», hubiese sabido entender la estética trascendental en términos de auténtica, genuina estética, la cual tiene que ver menos con datos y enunciados y más, en cambio, con sucesos singulares, mociones pasionales y respuestas expresivas en forma de salutación matinal o cántico…? Para ello hubiera debido arrancar del alma preconsciente, objeto de su antropología, en vez de ubicarse de partida en la consciencia común, en la cual todos los gatos son pardos, y sólo quedan o subsisten formas empobrecidas, niveladas, empalidecidas de experiencia, espectros de intensidades, memoria perdida de las cosas, raseros generales de lo que fue sentido y expresado en la particularidad de una dicción poética. De este arranque falseado se resiente toda su filosofía, pero en particular su estética, que hubiera debido generarse a partir de la antropología, allí donde estudia el «alma natural», situándose en el comienzo mismo del itinerario fenomenológico, iluminando e irradiando desde ese comienzo cuantas figuras fenoménicas pudieran encontrarse a posteriori, que serían entonces figuras o formas del sujeto estético, sujeto de cuyas raíces inconscientes y preconscientes hubiera podido brotar o edificarse, en base firme, todo el universo subjetivo, objetivo y absoluto del espíritu, en su aparecer y en su ser, en su mostración como fenómeno y en su revelación como logos y razón del fenómeno, o en la liminar expresión creativa de esa razón o logos como naturaleza, espíritu finito y finalmente espíritu absoluto. Entonces ese reino del espíritu, ese Absoluto, hubiera podido poseer un fundamento y una base verdaderamente fenomenológica y empírica que, del modo como subsiste, constituye una genial orquestación de empíreas y razones enmarcadas y limitadas por fundamentos plenamente cuestionables. "


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