La prueba (fragmento)Enrique Gómez León
La prueba (fragmento)

"¿Tú también eres de los que han jugado a resistir el dolor? ¡Uyyyyy! (retira la mano y suelta el mechero) Estoy seguro de ello. Lo normal, por otra parte. Esa necesidad, tal vez más masculina que femenina, esa idiota necesidad de probarse, de vencer, ya sea sufriendo para alcanzar el Everest o, más modestamente, retirando la mano de la llama sólo cuando el vello del dorso se retuerce y consume perfumando el aire con el aroma de la victoria. ¿Te suena? Como muchos yo recuerdo aquella época en que forzaba la caída de mis dientes de leche con vigorosos empujones de mi lengua, aquel delicado dolor que nos enardecía poco antes de la primera comunión. O el juego que nos permitía la presencia de un moratón en el muslo, aquella irresistible tendencia a presionar el hematoma, cada vez con mayor entusiasmo, hasta la ruidosa espiración que daba fin, siempre provisional, al ejercicio. Con el compás, en la clase de dibujo, practiqué y vi practicar nuevas hazañas: pinchazos que lograban dibujar una roja inicial en el antebrazo, de la que presumíamos a escondidas. Un día, en que por alguna razón que se me escapa me sentí repentinamente mayor, se me ocurrió esta explicación. Es como si el niño aprendiera a dominar un maravilloso juguete: su cuerpo. El yo, que habitaba hasta entonces en las uñas, el vientre, las pantorrillas, disperso y difuso entre los órganos y músculos y tejidos, se repliega hasta el punto interior en que se cruzan las líneas de la mirada y el oído, y desde allí, como un piloto temerario, el niño empieza a sujetar su nave sometiéndola a pruebas cada vez más arriesgadas. Entendí entonces, o creí entender, por qué tantos de nosotros bebíamos colonia alguna vez y lo revelábamos como un pecado; o por qué yo me afanaba en sumergir la cabeza en el agua del fregadero y consultar en mi nuevo reloj con segundero si había logrado batir mi marca. Se me aclaró el misterio de los viajes al polo, los tatuajes, las incisiones que tantas tribus imponen a sus miembros, los castells, las inyecciones de heroína, la disciplina del gimnasio, Simeón el Estilita, las organizaciones paramilitares... ¡Ventajas de una teoría semiverdadera! ¡Lo explica casi todo! Pero a mí me sirvió para adentrarme en zonas más tenebrosas. "


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