Una música de amor (fragmento)Carlos Carrión
Una música de amor (fragmento)

"Las cartas de Laura me llevaron a Madrid el triunfo definitivo de mamá sobre Alicia y el amor de Alicia, infelices, solos. Después el frustrado matrimonio de Alicia, después su cambio de ciudad y el sufrimiento de papá. Y, más tarde, ya sólo la pena sin solución posible del pobre papá por mi lejanía, pena tan distinta de la que contenían las cartas de mamá, porque ella no lo amaba, porque quizá nunca lo amó. Contenían también el anhelo de mi regreso; pero yo, tal vez por cobrarle ese amor desventurado o sin la valentía suficiente para ser amor, o por el vertiginoso mundo que había descubierto en esa distante ciudad y ese distante país, me impuse la voluntad de no volver jamás.
Tres años después le envié a mamá la noticia de mi matrimonio y una fotografía de la boda, y las cartas de Laura no me llevaron nada más de Alicia, mucho menos su reciente inofensivo retorno al pueblo.
El sol de las cuatro, intensificado posiblemente por los veinte años de ausencia, por el peso del brazo de mamá, por el traje negro, se volvió para mí una molestia espesa. Me aflojé una vez más el nudo de la corbata. Miré de reojo a Alicia, mejor dicho, a la mujer que era Alicia, y vi que seguíamos separados por mamá.
La calle estaba rodeada por las mismas casas bajas con techo de teja y piso de ladrillos, por los mismos perritos callejeros y los mismos viejos sentados junto a las puertas de calle de hace veinte años, pero ya no me pertenecían. O yo no pertenecía a esa calle, a ese pueblo, porque probablemente nunca se pertenece a ningún sitio, a ninguna sonrisa si el amor se ha ido.
Seis asnos tristes, con una carga de caña dulce inhumana, dieron alcance al séquito, coincidieron un momento con él, como deudos atrasados, y luego lo pasaron, por el lado izquierdo de la calle, empujados por la carga tenaz.
Luego vino la plaza con su glorieta reseca, con sus árboles resecos y la iglesia. "



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