Riesgos de los viajes en el tiempo (fragmento)Joyce Carol Oates
Riesgos de los viajes en el tiempo (fragmento)

"Llena de decisión, mecanografiaba —una y otra vez— las etiquetas para las vitrinas: los nombres en latín de flores, setas, pájaros y mamíferos; nombres hermosos, a mí me lo parecían, por exóticos, en un idioma muerto desde hacía mucho tiempo. (En EAN-23 no se enseñaba ya latín ni en los centros docentes más prestigiosos.) Y cuando me cansaba de escribir con la voluminosa Remington, cuando me dolían las uñas porque estaba obligada a golpear las teclas con fuerza, regresaba a mis libros de texto y a mis apuntes y trabajaba en mis tareas para casa. Pese a mis ansiedades, no me había resultado difícil conseguir siempre notas altas en todas las asignaturas, incluida la Introducción a la Lógica; dada su limitación extrema, mi vida como Exiliada me proporcionaba una profundidad personal, secreta, como la de una sima cuya hondura no se aprecia desde la superficie, por lo que no me resultaba difícil sobresalir: la mayoría de mis condiscípulos solo parecían comprometidos hasta cierto punto con sus estudios, incluidas las alumnas becadas de Acrady Cottage. La abundante vida social de la universidad transcurría en la superficie: fútbol americano y otros deportes, «vida griega» (fraternidades, sororidades cuyas sedes de tamaño aristocrático estaban distribuidas sobre todo a lo largo del extremo montañoso de la avenida universitaria), los procesos de incorporación a esas sociedades estudiantiles, «noviazgos»… Si trabajaba en el museo un sábado por la tarde, a veces oía a lo lejos un rugir de vítores, como una catarata frenética y espumosa, desde el estadio de fútbol en la parte más alejada del campus, ¡en el que, según se decía, cabían más de veinte mil espectadores! En el museo, vacío a excepción de mí, apenas era posible imaginar que llegaran a reunirse veinte personas, y no digamos ya veinte mil.
Entre los alumnos de Wainscotia se consideraba «retrógrado» estudiar mucho y parecer «serio»; dedicar mucho tiempo al estudio se consideraba algo así como una traición si eras «griego». Era mejor mantener mis sobresalientes y matrículas de honor en secreto, porque me desfigurarían tanto como el acné (lo sabía bien: me lo habían dicho con toda sinceridad mis compañeras de cuarto). Desde la fiesta de la cerveza de Sigma Nu de la que había salido huyendo, y desde el desengaño de Erizo y de Betsy conmigo, no había vuelto a tener «vida social» de ninguna especie, con gran alivio por mi parte. Y es que en ningún sitio se está tan solo como en el frenesí de una fiesta. "



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