Historia de Irene (fragmento)Erri de Luca
Historia de Irene (fragmento)

"Después de meses de océano y de ojos consumidos por encima del horizonte, aparecía una franja.
Al desembarcar en la isla del verano, repetía en voz baja las sílabas de su euforia. «Tierra»: en la que arrodillarse para besarla, después de nueve meses en las vísceras de la ciudad ballena.
Me quitaba los zapatos e inauguraba la temporada descalza, bajo el cielo redondo en semicírculo, que invitaba a cualquiera a ser su centro.
Ayer demasiado pronto, mañana demasiado tarde, a cada uno de los días en la isla le correspondía la invención del tiempo.
El suelo hervía de fumarolas y barros, la piel se convertía en cáscara de algarrobo y el pelo en un pelaje pajizo.
Esa isla de infancia era un dorso de espalda, el puerto era el espacio entre dos vértebras.
Estaba oculto su ombligo, el sexo, el regazo. Era secreta: creerla descubierta era un malentendido provocado por el desembarco.
Los poros se dilataban para absorber el aria sedienta de nuestro sudor, interpretada por avispas y por la batería de las cigarras.
Yo dependo de una acústica, si leo un grito, un tren, una canción, una avalancha, dentro de mí el fantasma de un técnico de sonido la produce.
Incluso mientras escribo estoy escuchando, transcribo. Las frases que me crujen en la hoja del cuaderno funcionan a aliento.
Esta noche me hallo tumbado bajo los gritos de los que entrevieron una meta.
Me olvido de por qué he venido a estos confines entre la tierra y el mar.
Hay momentos y lugares que reclaman el vaciado de toda intención. Hay efectos sin causa.
En la cresta del Sinaí, el profeta balbuciente extravió el motivo de su ascenso. Le bastaba con haber llegado a la frontera, donde la superficie se detiene y el viento no tiene polvo que levantar.
Estaba en el centro de su vida, uno de esos centros que llegan sin previo aviso. Quienes se hallan allí quieren permanecer allí, en el eje de rotación.
Después se los expulsa, nos ha pasado a todos, ahuyentados de un regazo, el centro más perfecto del universo.
En algunas cimas de montañas, me doy cuenta de estar en uno de esos ejes, en torno al que gira un carrusel mudo.
Esta noche me sucede de nuevo. En el principio yo estaba aquí, antes de nacer. Era un pez engullido por otros peces. Era plancton, bacteria, organismo de hidrógeno, oxígeno y carbono. Luego se añadió el fósforo y algunos metales, declarados viles por los alquimistas.
No hay rastro de oro en mis aguas. El mar, en cambio, lo contiene en grandes cantidades, disuelto y dividido en partes iguales. La mejor distribución de la riqueza: es raro que el comunismo no tomara el mar como ejemplo.
Sobre sus banderas de fondo rojo bailan martillos, hoces, compases y estrellas, pero ninguna ola. Optó por obreros y jornaleros en lugar de pescadores. "



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