Cinco esquinas (fragmento)Mario Vargas Llosa
Cinco esquinas (fragmento)

"Marisa vio que su marido, a medida que escuchaba lo que le decía Luciano en el teléfono, iba palideciendo más, la cara se le desencajaba, abría la boca y una hebra de saliva se le escapaba por la comisura de los labios sin que se diera cuenta, sin que se la limpiara. ¿Qué había ocurrido para que Quique se pusiera así? Pestañaba sin cesar y tenía una expresión idiota. También Luciano debía notar que algo raro le ocurría a Enrique porque Marisa oyó a su marido murmurar en dos ocasiones «sí, sí, te oigo». Por fin lo oyó despedirse con un hilo de voz: «Sí, Luciano, voy ahora mismo para allá». Pero, en lugar de ponerse de pie, Quique, blanco como el papel, siguió sentado en el sillón, frente a ella, con la mirada perdida, balbuceando: «No puede ser, Dios mío, no puede ser, encima esto».
[...]
Había ido con el chofer —desde el escándalo de Destapes no había vuelto a conducir— y le ordenó que lo llevara al estudio de Luciano. Pensó que, al menos, gracias a esta tragedia podría volver a su departamento del Golf, a su cama, a su casa y a sus cosas. Y a hacerle el amor a Marisa. No era fingido lo que acababa de decirle a su mujer. Era cierto; la gringuita se había embellecido con esta crisis; mientras discutían, de pronto había sentido deseos de ella y ahora, estaba seguro, esta noche volvería a gozar con Marisa como en las mejores épocas. ¿Cuánto tiempo que no hacían el amor? Lo menos tres semanas, desde el espantoso día en que Rolando Garro le llevó esas fotografías a la oficina. Y ahora ese tipejo estaba muerto, asesinado de esa manera atroz en los
Barrios Altos. ¿Qué iría a pasar? Fuera lo que fuera, el escándalo volvería a rebrotar y de nuevo estaría en las primeras planas de los periódicos, en las radios y los canales de televisión. Sintió un escalofrío: otra vez ese baño de asquerosa publicidad, de insinuaciones repugnantes, de tener que andar cuidándose de lo que decía, de dónde iba, de a quién veía, para escabullirse de la maldita curiosidad morbosa de la gente. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com