Estoico y frugal (fragmento)Pedro Juan Gutiérrez
Estoico y frugal (fragmento)

"Subí a desayunar. Tomé solo una taza de café y unas tostadas. Casi no hablamos. Por las mañanas siempre estoy poco comunicativo. Me di una ducha larga y vigorizante. Rechacé la idea de llevarme mi mochila. Cogí solo mi cepillo de dientes. Me asomé a la cocina y le dije a Tata: «Me voy dos o tres días. Nos vemos.» Y salí alegremente. Me gustaba alejarme de aquel chalet. Quizás es que no soy –básicamente– un hombre de familia. No soy tampoco un lobo estepario. Si existe una posición intermedia quizás es la que me toca. Creo que tuve una madre tan posesiva y sobreprotectora que la esencia de mi vida es luchar contra fantasmas. Siempre estoy escapando de la noche y las tormentas y yo, fugitivo, empapado por el agua fría, corriendo en la oscuridad. La furia de los rayos. El alcohol y la furia. La ansiedad y el desespero me agobian. Viajé a Benidorm en autobús. Unas pocas horas. Llegué. Fui a la dirección que Blas me había dado. Me esperaba. Tenía un pequeñísimo estudio. Un balcón-terraza amplio, un saloncito diminuto, un dormitorio micro, una cocina acoplada a la pared, un closet y un baño donde uno cabía a duras penas. La terraza era importante y confortable, con vistas a más edificios. Los pisos con vistas al mar cuestan demasiado, me dijo, como excusándose de no ofrecerme algo mejor. Era músico. Saxofón. Tocaba de noche, música sopa, con un pequeño grupo. «En realidad hacemos sopa pero decimos que es jazz standard.» Por la tarde me invitó a un té con galletitas, en la terraza. Le hablé de El libro del té, de Kakuzo Okakura, un samurái japonés del siglo XIX: «La ceremonia del té es el culto de lo Imperfecto, ya que es un esfuerzo para llevar adelante esta empresa imposible que es la vida». ¿Entiendes?» «No, no entiendo», me dijo. «Yo tampoco. Por eso he aprendido de memoria esa frase. Es bonita. Supongo que debe decir algo importante.» Nos quedamos unos minutos en silencio, lo cual es un buen síntoma. Dos personas que apenas se conocen deben hablar cualquier tontería, como una señal de buena educación, para quedar bien, mientras toman una taza de té. Pero si tranquilamente guardan silencio, se abstraen y se desentienden del otro y no buscan temas forzados es que son dos personas inteligentes y hacen lo que les da la gana en esta vida. Yo me había abstraído mirando los feos y atiborrados edificios del frente. Pensaba sobre la insensatez del género humano en su furia civilizatoria. Creo que entonces meditaba excesivamente sobre el lado deprimente de la vida. Me cuesta mucho aprender a ver la vida desde el lado más optimista. Hago un esfuerzo continuo, interminable, en este sentido. Y me esfuerzo no tanto por mi salud mental como por el bienestar de los que me rodean. No hay derecho a ser un amargado pesimista y alimentar incesantemente la negatividad. En uno de los apartamentos cercanos escuchaban un disco de una de las cantantes folklóricas. Creo que Isabel Pantoja. Unas baladas de desengaños amorosos. "


El Poder de la Palabra
epdlp.com