Bajo la red (fragmento)Iris Murdoch
Bajo la red (fragmento)

"Me fui al sitio más tranquilo que conocía, la Colección Wallace, para sentarme e ir encajando los fragmentos de mi teoría. Sentado frente a la cínica sonrisa del Caballero de Frans Hals, me concentré en ello. Mi mente seguía trabajando con lentitud. Había sido Sammy quien había robado mi traducción de Le Rossignol de Bois, aquella que había dejado donde Madge. No, no era cierto. Madge se la había dado a Sammy. ¿Para qué? Para hacer una película. ¿Quién? Un tipo llamado H. K. que no sabía francés. Un norteamericano, probablemente. ¿Qué provecho sacaría Sadie? Sammy le vende la idea a ese yanqui y al mismo tiempo le vende a Sadie. ¿Qué pasa con la Bounty Belfounder? Sadie la abandona. ¿Pueden hacer algo para impedirlo? Según parece, no; no la pueden retener. ¿Qué pasa conmigo? Aunque yo no quiera, les importa un bledo, una vez que ese H. K. haya comprado la idea. ¿Me defenderá Jean-Pierre? Por supuesto que no. Tratará directamente con los de los dólares. De todas formas, ¿tengo algún derecho? Ninguno. ¿Entonces de qué me quejo? Me han robado mi transcripción mecanográfica. ¿Robado? Madge se la enseñó a Sammy, quien se la enseñará a H. K. ¿Robado? ¿Qué pretende Madge? Madge está siendo objeto de un juego sucio por parte de Sammy, quien la va a dejar plantada por Sadie. Sammy utiliza a Madge y Sadie utiliza a Sammy para vengarse de Hugo y al mismo tiempo para hacer una fortuna en dólares. Empecé a ver el cuadro completo. Lo que resultaba más irritante era que con El ruiseñor de madera se podía hacer una maravillosa película. Realmente lo tenía todo. Madge, en los días en que creía que de una manera u otra podía convencerme para ganar dinero, hablaba constantemente de ello. ¡Pobre Madge! Había apostado por el ganador, pero les tocaría el premio a Sadie y a Sammy.
[...]
¿Cuál era mi decisión? No había ninguna duda. Tenía que recuperar enseguida mi texto mecanografiado. Hacerlo supondría defender mis propios intereses y defender los de Hugo y, lo que era más importante, fastidiar a Sadie y a Sammy. Supondría también romper una lanza por Madge. ¿Dónde estaba la traducción? En el piso de Sammy. ¿Dónde estaba el piso de Sammy? La proveedora universal de información, a la cual había acudido antes, me dijo que Sammy vivía en Chelsea. Era evidente que tenía que actuar con rapidez. Tenía que hacerme con mi traducción antes de que pudiera verla H. K. Por la manera en que Sadie había hablado de mi traducción, daba la impresión de que todavía no la habían copiado. Sammy había dado a entender que no iba a ir a su piso hasta la noche. Había dicho que probablemente estaría vacío. Llamé al número de Sammy y no recibí contestación. Luego pensé que necesitaba a Finn.
Llamé al número de Dave y al cabo de un rato respondió Finn con voz aturdida. Le dije que me alegraba de que no se hubiera ahogado y que viniera a verme tan pronto como pudiera. Cuando se enteró de que era yo, me maldijo durante largo rato en gaélico y me dijo que estaba durmiendo. Le di mi enhorabuena y le pregunté cuánto tardaría en venir. Por fin, después de mucho gruñir, me dijo que nos encontraríamos en King’s Road, y allí nos vimos, como tenía que ser, tres cuartos de hora más tarde. Eran alrededor de las tres menos veinte.
Tomé la precaución de decirle a Finn que trajera consigo una herramienta que llamábamos la Llave Maestra, un sencillo instrumento para forzar cerraduras que habíamos diseñado conjuntamente siguiendo principios científicos. Quizá les resulte sorprendente que dos ciudadanos respetuosos de la ley como Finn y yo nos hubiéramos molestado en hacernos con semejante objeto, pero por experiencia sabíamos que existe un sorprendente número de ocasiones en una sociedad como la nuestra en la que simplemente para defender los derechos de uno, como en este caso, se necesita franquear una puerta sin tener llave. Después de todo, uno puede hasta encontrarse en la situación de no poder entrar en su casa y no siempre se puede llamar a los bomberos. "



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