En el jardín del ogro (fragmento)Leïla Slimani
En el jardín del ogro (fragmento)

"Se sienta en la sala de espera, en el sexto piso. «El doctor pasará a verla en cuanto haya terminado». Adèle sonríe con timidez. Está hojeando una revista, con una pierna enredada en la otra, hasta el extremo de sentir hormigueos en las pantorrillas. Lleva ahí una hora viendo rodar camillas, oyendo a los jóvenes médicos internos bromear con los auxiliares de enfermería. Ha avisado a Odile, que ha decidido tomar el primer tren al día siguiente para ver a su hijo. «Te resultará difícil, querida Adèle. Pero me llevaré a Lucien a casa, así estarás más tranquila para cuidar a Richard».
No siente pena, no está disgustada. Este accidente, sin embargo, es en cierto modo culpa suya. Si Xavier no hubiera cambiado su guardia con Richard, si ella no le hubiera sugerido esa idea ridícula, si no hubieran tenido tantas ganas de verse, su marido habría estado en casa, sano y salvo. A estas horas, estaría durmiendo plácidamente a su lado, sin necesidad de afrontar las complicaciones que este accidente sin duda acarreará.
Pero quizá haya sido una suerte inesperada. Una señal, una liberación.
Durante unos cuantos días, al menos tendrá la casa para ella. Lucien se irá con su abuela. Nadie vigilará sus idas y venidas. Llega a pensar que las cosas podrían haber sucedido incluso mejor.
Haberse muerto él.
Ahora sería viuda.
A las viudas se les perdonan muchas cosas. El dolor es una disculpa extraordinaria. Durante el resto de su vida, multiplicaría los errores y las conquistas, y dirían de ella: «¡Pobrecilla, la muerte de su marido la ha desquiciado! No consigue superar su pérdida». No, ese escenario no funcionaría.
En esta sala de espera en la que le han pedido que rellene formularios y cuestionarios, debe reconocer que Richard es esencial para ella. No podría vivir sin él. Carecería de todo. Se vería obligada a afrontar la vida, la verdadera, la horrible, la concreta. Tendría que aprender desde cero, desenvolverse por sí misma y, entonces, el tiempo que dedica al amor lo perdería en hacer gestiones.
No. Richard no puede morir. No antes que ella. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com