El cabo de las tormentas (fragmento)Nina Berberova
El cabo de las tormentas (fragmento)

"Todo era propio de una buena foto de familia: tan sólo faltaba un niño con las piernas escuálidas, cruzadas, en primera fila. Tiaguine y Liubov Ivánovna, sentados, uno al lado del otro, en sendas sillas, agotados por aquella jornada y apenados por la inminente separación; Sonia y Zai con una expresión curiosa; Moreau apostado en el umbral del salón, expectante (las maletas ya estaban dentro del coche), y, en el centro, Dacha, alegre, elegante, esplendorosa, con una camelia blanca en el ojal de la chaqueta, sujeta con un gran alfiler cubierto de diamantes.
[...]
Hasta ahora, y durante siglos, nos hemos ocultado cosas, los unos a los otros (se estaba dirigiendo a Moreau, que lo escuchaba con una amable sonrisa), hemos mantenido todo en secreto, porque, ya me dirá, ¿qué sabíamos los unos de los otros? Tonterías, nada más: ustedes, que nosotros, los rusos, comíamos velas de sebo y vivíamos como osos; nosotros, que ustedes, los franceses, bailaban en las calles y confeccionaban, cada año, nuevos sombreros para las damas. Eso era todo, o casi. Y así hemos vivido. Aunque había algo de verdad en ello, porque ustedes, en efecto, confeccionan sombreros, e incluso varias veces al año, y, en efecto, bailan el 14 de julio, y nosotros mantenemos buenas relaciones con los osos, a los que, desde luego, tenemos por parientes más cercanos que los monos... Lo de las velas, dejémoslo... De hecho, cada pueblo sabía del otro lo que éste quería que supiera. Lo demás, lo ocultaba, lo disimulaba cuidadosamente, porque había ciertas cosas de las que se avergonzaba, y otras que prefería olvidar. Y, de repente, ¡cataplum! Se acabó el misterio: desde hace veinte años, vivimos juntos, lo sabemos todo del otro.
Nosotros conocemos su cocina, su política, su carácter, sus pasiones... Y ustedes conocen nuestra vergüenza, nuestra valentía, y todos los horrores que hemos sufrido; también algunas actitudes nuestras, de las que nos sentimos orgullosos, y otras que no queremos confesar. De modo que ahora nos comprendemos del todo, somos buena gente, y, de ahí que, grosso modo, nos gustemos. "



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