El futuro es un país extraño (fragmento)Josep Fontana
El futuro es un país extraño (fragmento)

"El agravamiento de las tensiones con motivo de haberse descubierto la quema de ejemplares del Corán por las tropas americanas, seguido por la indignación que produjo el asesinato por el sargento Robert Bales de 16 civiles afganos en un suburbio rural de Kandahar (mujeres y niños asesinados a sangre fría, mientras dormían), «prendió fuego a una mezcla volátil de hostilidad creada como consecuencia de los años de ofensas constantes, como consecuencia de una ocupación a largo plazo». «Ofensas» que se concretan en una sucesión de actos que los afganos consideran, legítimamente, como crímenes de guerra, por los que ninguno de los responsables ha sido nunca adecuadamente castigado, debido a que, en opinión del secretario de Defensa norteamericano, Leon Panetta, «son cosas que ocurren en cualquier guerra», a lo que Seth Jones, que fue miembro del Comando de fuerzas especiales del Pentágono, añadió que «los afganos están acostumbrados a que los maten». De ahí que los talibanes anunciasen que rompían las negociaciones que mantenían con los Estados Unidos, lo que desembocó, el 15 de abril de 2012, en el inicio de la ofensiva de primavera, con siete ataques simultáneos, tres de ellos en Kabul.
El desánimo cundía también en los Estados Unidos, como lo demostró la acogida que se dio a la denuncia efectuada por el teniente coronel Daniel Davis, un veterano con 17 años de servicio, en un artículo publicado en Armed Forces Journal, donde revelaba el falseamiento sistemático de las noticias que los altos mandos militares daban sobre la evolución de la guerra en Afganistán, y preguntaba: «¿Cuántos hombres más deben morir en apoyo de una misión que está fracasando, tras una secuencia de más de siete años de afirmaciones optimistas por parte de los altos mandos norteamericanos en Afganistán? Nadie espera que nuestros dirigentes obtengan siempre éxitos y triunfos. Pero esperamos, porque lo merecen los hombres que luchan y mueren, que nuestros jefes nos digan, por lo menos, la verdad acerca de lo que está ocurriendo».
Todo parecía indicar que lo que se estaba preparando, abandonadas tanto la esperanza de una victoria militar sobre los talibanes como la de una paz con ellos, era una nueva estrategia, a modo de una segunda versión del abandono de Vietnam, aunque no se podía pensar en este caso en una retirada total, por la importancia que tiene Afganistán, situado entre un Irán que se ha convertido en uno de los grandes enemigos «de occidente», y un Pakistán que, según dice Simon Long, «está en riesgo de un desastre total», con un gobierno civil inestable, que es, en palabras de Tariq Alí, «el más corrupto de toda la historia de Pakistán», y que ha abandonado el poder efectivo en manos del ejército, al que se acusa de mantener relaciones ocultas con grupos terroristas de su propio país y de Afganistán.
Una de las incógnitas del futuro inmediato es la de saber qué sucederá en Pakistán cuando marchen de Afganistán los 130.000 combatientes de la ISAF y el ejército pakistaní haya de hacer frente a los rebeldes islamistas a los que hasta ahora ha protegido. Con el problema adicional que representa la previsible disminución de la financiación norteamericana, en momentos de tensas relaciones (el secretario de Defensa norteamericano, Leon Panetta, manifestó en junio de 2012 que «estaban llegando al límite de su paciencia»), y con la amenaza a medio plazo que representa el giro de Washington hacia una alianza con la India, por sus intereses compartidos en el sudeste asiático y en el mar del sur de China. Un giro destinado a conseguir que la India preste apoyo al gobierno de Kabul una vez retiradas del país las tropas de la OTAN, dada la nula confianza que se tiene en la actitud de Pakistán en estas circunstancias.
El primero de mayo de 2012 Barack Obama realizó un viaje sorpresa a Kabul, firmó con Karzai un acuerdo para retirar las tropas a fines de 2014, dejando un pequeño contingente de fuerzas especiales para mantener una actividad antiterrorista hasta 2024, en bases cedidas por los afganos. Unas actividades, dice Gareth Porter, que permitirán a las fuerzas especiales «continuar con los ataques nocturnos unilaterales que son universalmente aborrecidos en las regiones pashtun de Afganistán». "



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