Adónde va la ciencia? (fragmento)Max Planck
Adónde va la ciencia? (fragmento)

"Se observa muchas veces que cuando un nuevo progreso en la ciencia teórica ha quedado definitiva­mente establecido, ciertos problemas relacionados con él son considerados como insensateces. Es más, tam­bién se ha intentado algunas veces demostrar la falta de significación de tales problemas sobre fundamentos a priori. Esto es un error. Ni el movimiento abso­luto de la Tierra —es decir, el movimiento de la Tierra en relación con el éter— ni el absoluto espa­cio newtoniano, son insensateces, como muchas veces han declarado los popularizadores de la teoría de la relatividad. El primer problema carece de sentido sólo cuando se introduce la teoría especial de la rela­tividad, y ocurre lo mismo con el segundo cuando se apela a la teoría general de la relatividad.
Cuando nos remontamos en el curso de los siglos vemos que las doctrinas de la interpretación de la naturaleza, que eran consideradas como buenas y só­lidas en su época, se han derrumbado al ser ilumi­nadas por la luz de alguna nueva teoría científica. Cumplen un papel, y luego pasan. Y aunque fueron sustituidas por dogmas más científicos, hay que recordar que aquellas viejas teorías tuvieron un sentido y una significación en su época, igual que otras las han tenido en nuestros días hasta que llegó el mo­mento en que nuevas doctrinas han tomado su puesto.
La ley de la causalidad era unánimemente acep­tada hasta tiempos muy recientes como un principio fundamental en la investigación científica. Pero aho­ra se libra en torno de ella una batalla de opiniones. ¿Debe considerarse —tal como hasta ahora se ha hecho— que el principio de la causalidad tiene validez y fuerza en todos los fenómenos físicos? ¿O tiene únicamente una sumaria significación científica cuan­do se aplica a los átomos? Esta cuestión no puede ser resuelta refiriéndola a cualquier teoría epistemoló­gica o sometiéndola a la prueba de las mediciones experimentales. En su tentativa de construir su ima­gen hipotética del universo externo, el físico puede o no, según le plazca, basar su síntesis sobre el princi­pio de una estricta causalidad dinámica o adoptar tan sólo una causalidad estadística. Lo más importante de la cuestión es saber hasta qué grado se avanza por uno u otro camino. Y la única respuesta posible es la elección provisional de uno de los dos puntos de vista y el estudio de las conclusiones que pueden ser lógi­camente deducidas de la aceptación de ese punto de vista, lo mismo que hicimos al ocupamos del posi­tivismo.
En principio no hay duda de que de los dos puntos de vista se elige el primero. En la práctica se elegirá, como es natural, aquel que prometa ser más satisfac­torio en sus resultados lógicos. Y ahora debo decla­rar explícitamente mi creencia de que la causalidad estrictamente dinámica debe merecer nuestra prefe­rencia, simplemente porque la idea de un Universo gobernado por leyes dinámicas le da una más amplia y profunda aplicación que la idea meramente estadís­tica, la cual restringe desde el principio el alcance del descubrimiento; en efecto, en la física estadística existen tan sólo leyes que se refieren a grupos de fenómenos. Los acontecimientos particulares, como tales, son admitidos y reconocidos expresamente, pero la cuestión de su seriación gobernada por leyes es con­siderada absurda basándose en fundamentos a priori. Esta forma de proceder no me parece que sea satis­factoria, y no he sido capaz de encontrar ni el más leve motivo que obligue a renunciar a la aceptación de un universo estrictamente gobernado por leyes, si bien sea un problema a tratar el descubrimiento de la naturaleza de las fuerzas físicas o espirituales que nos rodean. "



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