Lina Prokófiev. Una española en el gulag (fragmento)Valentina Chemberdjí
Lina Prokófiev. Una española en el gulag (fragmento)

"Lina tuvo ocasión de cantar en la radio, en un programa de música rusa en el que figuraban muchas obras de Prokófiev. Cantó bien, aunque la radio de aquellos tiempos falseaba algo la voz. También había obras de otros compositores rusos en su repertorio, entre ellos Miaskovski y Shebalin. Prokófiev quedó satisfecho con su interpretación.
Fue por aquel entonces cuando se inició la amistad de Lina con Afinoguénov, que se mantuvo fiel incluso en las circunstancias más duras. Al poco tiempo llegó de la URSS la esposa de Afinoguénov, una americana devota al comunismo y con ideas más contundentes que las de su marido (¡y pensar que en el futuro todo les cambiaría tan radicalmente y que la tragedia entraría en esa familia, tan brillante en su momento!).
Serguéi Serguéievich decidió invitarlos a hacer un viaje a Le Havre, advirtiéndoles de que sería un test de inteligencia para el dramaturgo. Le entregó un mapa de carreteras y luego fue observando si era capaz de dirigir al conductor correctamente. En una ocasión, Afinoguénov no supo elegir el camino más corto, por lo que la puntuación de la prueba cayó unos tantos. Además, habían salido más tarde de lo previsto por culpa de Avecilla (Prokófiev le reprochaba sus frecuentes retrasos). Todos los hoteles resultaron estar llenos, así que se acostaron a las dos de la madrugada. Se levantaron temprano para hacer el viaje de vuelta en barco por el Sena. Al huésped le deleitó la belleza de las riberas. El viaje fue muy agradable en su conjunto.
Afinoguénov dijo que querría componer una ópera conmigo. Eso coincide con mis deseos: ya es hora de crear una obra soviética. Además, creo que Afinoguénov sabe lo que es la escena.
Yo le dije: «Tiene que ser de carácter constructivo y no destructivo».
Surgió la idea de componer una obra de teatro con declamación rítmica en vez de una ópera; una obra acompañada por música, tal y como yo lo había pensado en 1924.
Así era Prokófiev: ajeno a la política, estaba convencido de que seguiría logrando evitar la amenaza de la intervención de las autoridades. Estaba cansado de las intrigas y el escepticismo de Europa; le atraían los nuevos aires que soplaban en su patria y que habían impulsado a las personas de más talento en Rusia. Como seguidor de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, y hombre sensato, no podía imaginar que en el futuro a estas personas les destrozarían la vida o las liquidarían en mazmorras.
El dramaturgo le proponía utilizar como punto de partida la que, según sus palabras, consideraba su mejor obra de teatro, titulada Miedo.
El matrimonio se daba cuenta de la diferente visión del mundo que tenían los Afinoguénov en comparación con la mayoría de sus amistades parisinas, a las que invitaron a un té en su casa para corresponder a las múltiples invitaciones que solían recibir. En esa ocasión reunieron a cerca de sesenta personas, tal vez más. Entre éstas se encontraban Rubinstein, Poulenc, Sauguet, Milhaud, Honegger, Désormiere y muchos miembros de la alta sociedad. Lina organizó la recepción, que Prokófiev calificó de «burguesa». Afinoguénov le regaló un ejemplar de Miedo, y Serguéi Serguéievich le correspondió con una foto. Ambos obsequios llevaban dedicatorias muy cariñosas.
A finales de ese año, Prokófiev viajaría a Moscú. "



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