Mandíbula (fragmento)Mónica Ojeda
Mandíbula (fragmento)

"Abrió los párpados y le entraron todas las sombras del día que se quebraba. Eran manchas voluminosas —«La opacidad es el espíritu de los objetos», decía su psicoanalista— que le permitieron adivinar unos muebles maltrechos y, más allá, un cuerpo afantasmado fregando el suelo con un trapeador para hobbits. «Mierda», escupió sobre la madera contra la que se aplastaba el lado más feo de su cara de Twiggy-face-of−1966. «Mierda», y su voz sonó como la de un dibujo animado en blanco y negro un sábado por la noche. Se imaginó a sí misma donde estaba, en el suelo, pero con la cara de Twiggy, que era en realidad la suya salvo por el color-pato-clásico de las cejas de la modelo inglesa; cejas-pato-de-bañera que no se parecían en nada a la paja quemada sin depilar sobre sus ojos. Aunque no podía verse sabía la forma exacta en la que yacía su cuerpo y la poco grácil expresión que debía tener en ese brevísimo instante de lucidez. Aquella completa conciencia de su imagen le dio una falsa sensación de control, pero no la tranquilizó del todo porque, lamentablemente, el autoconocimiento no hacía a nadie una Wonder Woman, que era lo que ella necesitaba ser para soltarse de las cuerdas que le ataban las manos y las piernas, igual que a las actrices más glamurosas en sus thrillers favoritos. "


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