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Heredarán la tierra (fragmento) "A primera hora de la tarde de verano, Andrew Aikenhead, de la firma Hillquist and Aikenhead, había salido a buscar a su hijo. Había cruzado lentamente el tráfico con una expresión ansiosa en su rostro rubicundo vuelto hacia arriba. Estaba allí, en la acera, entre la multitud, en el camino de la gente que pasaba, mirando hacia la pensión donde vivía su hijo, y estaba lleno de alegría, como si por fin hubiera dado un paso necesario que traería de nuevo la alegría a su vida. Entró en la casa y, cuando se detuvo en el vestíbulo y vio por los nombres en la pared que su hijo estaba en el tercer piso, comenzó a subir las escaleras alfombradas de rojo, resoplando y suspirando en cada quinto escalón. En el segundo piso, donde la luz era más brillante, vio a un hombre pequeño y pulcro, con rasgos tan delicados y un cabello rubio ondulado partido en el medio que parecía un niño bonito, excepto que sus ojos azules estaban enrojecidos y eran astutos, y este hombre caminaba de puntillas por el pasillo llevando una cesta de fruta en ambas manos. La luz del techo iluminó las uvas azules, las peras amarillas y los melocotones lustrosos cuando se agachó y colocó la cesta de frutas sobre la alfombra, junto a la puerta de una habitación. " epdlp.com |