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Hasta luego (fragmento) "El avión se estrelló contra los olivos. Sus brazos ardían. Los demás se marcharon, porque casi todos los carros quedaron reducidos a cenizas. Una larga fila de carros había quedado reducida a esqueletos de hierro en el incendio. Algunos quedaron volcados y aún emitían fuego y humo. Los que saltaron del avión intentaron escapar, pero fueron atrapados. Había tres hitlerianos de la división "Cóndor" y un franquista. Los Garibaldi los capturaron, los ataron y los miraron con enojo. "Mantenlo con vida", gritó alguien. - ¡Arrojadlos al fuego que ellos mismos provocaron! ¡Los bandidos! Otro se acercó y sacó su arma para matarlos, pero su mano fue detenida por Ramiz. ¡Éstos son prisioneros de guerra! ¡Serán enviados a sus amigos! ¡No los conduzcas! Alguien los persigue... Álvarez interrumpió las palabras de Ramiz. -Desarmarlos adecuadamente y llevarlos al cuartel general de la brigada, detrás de los olivos. ¡Los demás ayudéis a vuestros amigos!... -¿Por qué estáis ahí parados así, como si estuvierais viendo una obra de teatro? -¡Balas para los perros! La bala se escuchó nuevamente entre los soldados. "Escuche", gritó con voz aguda el comisionado Álvarez, "alguien los persigue, tienen una bala". Rápidamente, como alguien de su compañía... Allí estaban aquellos curiosos que querían ver cómo eran las bestias que bombardeaban día y noche la España republicana. No dejaron ninguna casa, ningún pueblo, ninguna estación, ninguna ciudad sin convertirla en cenizas. ¡Bien! ¡Según sus injustas leyes de guerra, podrían atacar los trenes de guerra y destruirlos como lo hicieron ahora! ¿Quién les avisó? ¿Quién envió la noticia de que este tren pertenecía a la brigada 12? ¡Oh, guerra, guerra! -¡Oh, estos son lindos! - dijo el hombre. -Son jóvenes. ¡Mirar! ¡Rubia, hermosa! ¡Mira al franquista! Un moreno atractivo para las chicas, ¿qué le pasa...? -¡Cerdos! - llamó otro. -¡Perro del perro! - otro lo saludó. -Los cuatro cautivos caminaron orgullosos. Incluso encendieron un cigarrillo. Estaban hablando entre ellos... y parecía que lo que hacían, lo hacían para el Führer que los había cegado y confundido... ¡Quién sabe! Seguramente entrarían en razón algún día, si se salvaran de ese fuego que encendieron por orden de su dios. El amanecer, como de costumbre, continuó derramando su luz plateada desde el este, donde se encontraba el mar Mediterráneo. " epdlp.com |