Museo del hombre, de Ese de anocheAlejandro Simón Partal
Museo del hombre, de Ese de anoche

"Jorge lo llama «museo del hombre».

Está en el paseo marítimo de Málaga,
muy cerca de los Baños del Carmen,
al aire libre.

Allí se ejercitan muchachos
a los que él se llevaría a la casa de su madre
—donde aún vive—
para garantizarles
todas las bondades que en el sacrificio buscan.

Él no me lo dice,
no se atreve, pero algo parecido
a lo que ve busca en Grindr:

Sin mareos
Discreto
No más de 40
Tardo en contestar

dice el perfil vacío de su corazón hambriento.
En la app no es Jorge sino Leo,
su signo, que es el mismo que el mío,
aunque, cuando él es Leo, yo ya soy otra cosa.

Me siento
a contemplar el museo,
a mirar estos frescos de carne firme.

Ellos no se enorgullecen de lo que son
o de lo que hacen.

Solo esperan su turno
e intercambian pocas palabras tras sus series.

Invento nombres y conquistas para sus futuros.

Después, más hacia levante,
me meto en el mar.

Nado a pulmón abierto, sin temor,
mi cuerpo tiene el ascenso de los soles
que salen por oriente
y así flota contra el crepúsculo.

Aquí, ahora, podría pescar con la boca
o arañar las ruinas arrastradas por mares remotos.

Cerca de ellos no me espera nada malo.
No hay corriente traicionera
que pueda con la inercia de estos hombres.

Los mejores jardines recortan el paraíso,
como hacen ellos cuando unen sus escápulas.

También el mar se abrió una tarde
por voluntad y repetición,
como hoy ocurre. "



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