El ermitaño (fragmento)Abílio Junqueiro
El ermitaño (fragmento)

"Un hombre, animado por la más ardiente creencia religiosa, decidió retirarse a una cueva solitaria para dedicarse enteramente a la obra de su salvación. Siempre ayunando, orando y vistiendo cilicio, sus pensamientos nunca se apartaron de la idea de Dios. Después de haber vivido así durante muchos años, una noche recordó que ya merecía un lugar glorioso en el paraíso, y podía ser contado entre los santos más notables.
La noche siguiente se le apareció el ángel Gabriel y le dijo:
-Hay un pobre músico en el mundo que va de puerta en puerta tocando la guitarra y cantando, y que merecería recompensas eternas más que tú.
El ermitaño, asombrado, al oír estas palabras, se levantó, cogió su bastón, fue en busca del músico y en cuanto lo encontró le dijo:
-Hermano, dime qué buenas obras que habéis hecho y mediante qué oraciones y penitencias os habéis hecho agradables a Dios.
-Bueno, respondió el músico bajando la cabeza, santo padre, no te burles de mí. Nunca he hecho buenas obras, y en cuanto a oraciones, no las sé, pobre de mí, porque soy pecador. Lo que hago es ir de casa en casa entreteniendo a los demás.
El austero ermitaño siguió insistiendo:
—Estoy seguro de que, en medio de tu existencia vagabunda, realizaste algún acto de virtud.
-Realmente no podría nombrar ni uno solo. "



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