Cerca de las ciudadesMiguel Sánchez Gatell
Cerca de las ciudades

"Cerca de las ciudades. Reventando con el aire.
El amor tiene muchos nombres, muchos cuerpos.
Cerca ya de las ciudades. Dejando atrás
caminos,
lentitudes, espacios.
Árboles
que se acuerdan de la muerte por las tardes.

Cuando el amor puede saltar y arrancar
lenguas, labios.
Yo prometo acordarme de mi cuerpo cuando muera
y escribiré el último verso,
el que más manche, el más
insoportable.

Hay que ver cuántos somos y lo cerca que
vivimos
unos
de otros.
Debe ser el frío o el silencio.

El verso más insoportable.
El que haga llorar por vez primera
a un hombre, a un pájaro.
El que apague de golpe las manzanas
y encienda océanos de nieve y olvido.

Qué cantidad de cuerpos en naufragio.

La tierra
se enciende desde un pájaro.
Los huracanes sueñan con terremotos vírgenes,
con huir desesperadamente de la noche.
Los hombres apagan los besos
y el amor recorre, ciego, los pasillos.

Yo prometo acordarme de mi cuerpo.
(Amor, manzanas, sangre…)
Yo prometo levantarlo de la tierra o del polvo
del mar
y hacerlo caminar por ciudades y siglos:
aquí fui,
esta es mi madera,
estos son mis objetos personales.
Y más cosas. Y muchas más cosas.
Una mujer lo recorrió gritando. Para qué
queréis enterrarlo.
Yo prometo llevarlo a donde nunca estuvo, sin
remedio.
Vedlo, hombres, mujeres, árboles.

Yo no quiero tener que arrepentirme
de haberlo matado.
Yo de esto no sé nada. No lo entiendo.
Acabo de llegar hace unos años.

No quiero que me muerdan lenguas grises
de muertos que odian,
de muertos
que no saben mi nombre,
que no saben ningún nombre, que no
conocen a nadie.

Yo estuve dando vueltas por los sitios del
viento,
mi corazón os llamó a todas horas
desde el borde de los labios.

Por todas partes tengo mis manzanas,
mis longitudes de ángel desangrado.
Las he dejado
rodando
por la tierra
como un alud enorme de ternura.

Yo estuve aquí. Prometo no olvidarme
de los nombres,
de los cuerpos.

Desde una puerta en sombra una mujer
cuenta uno a uno los resquicios del cielo.
La luna de noviembre clava sus aguijones
y reparte episodios de golondrinas muertas.

La muerte,
luz
de acero sin dientes.

La muerte,
mano
cortada de olvido.

La muerte, la estructura salvaje del lirio.
Una mujer, desde una puerta en sombra
se desnuda.
Se queda a solas con su cuerpo.

Yo estuve aquí, con ella."



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