De Witte (fragmento) "Ese sábado por la mañana, De Witte salió más temprano de lo habitual. Era la gran procesión anual de San Victorio el domingo, y antes de esa ceremonia, los niños que aún no habían hecho la primera comunión también tenían que confesarse. La confesión tenía un gran significado para De Witte, en parte por Dios omnisciente, que conocía todas sus faltas ocultas, las cuales habían quedado impunes por su padre, y quien, a través de la boca del confesor, las perdonaba y olvidaba con un acto de contrición, y en parte porque le parecía una gran tarea humana. Cuando su madre se confesaba, la confesión siempre duraba unas horas, y al regresar a casa, tenía el rostro como si se hubiera encontrado con el mismísimo Espíritu Santo. Por la noche, se tomaba café con azúcar, seguido del rosario, durante el cual el padre solía quedarse dormido y roncar profundamente hasta que terminaba la oración." epdlp.com |