El collar de ámbar (fragmento) "Se marchó a toda prisa. Nina Petrovna lo miró con asombro. ¿De verdad iba a irse así? ¿Sin siquiera unas palabras a su prometida? Pero ella no conocía a Rostik. Tomándole la mano, como para despedirse, Rostik se detuvo un momento y dijo con seriedad: —Dile a Irochka que todavía la quiero. No, aún más... Pero, por desgracia... —Miró su reloj—. Estoy contando los segundos. El avión, ¿entiendes? Se despidió y se fue. Nina Petrovna se quedó en la puerta, aun sintiendo la presión de su mano fuerte. Rostik dijo las palabras que ella esperaba, pero, curiosamente, se sintió incómoda por alguna razón. Rostik tenía muchísima prisa y, francamente, no tenía tiempo para Nina Petrovna. Un viaje importante a tierras lejanas estaba a punto de comenzar. Solo faltaban minutos para la salida del avión. Elena Vasilyevna ya estaba sentada en el Moskvich aparcado en la entrada. Rostik aún tenía que llamar a Stella Zubareva. Acababa de pasar un momento por casa. No podía irse tan lejos sin oír su voz de despedida. Se suponía que debía desearle buen viaje, como siempre. Tras una breve conversación con Stella, Rostik bajó al coche. Colocó su maleta en el asiento trasero y se sentó al volante junto a su madre. Su fiel Vasya debía estar esperándolo en el aeropuerto, llevando a su madre a casa y aparcando el coche. [...] Volodka quería decir que después de la enfermedad de Irochka se había convertido en una persona completamente diferente, que leía Komsomolskaya Pravda todos los días, que durante el último mes y medio había adoptado una nueva perspectiva de sí mismo y de su vida... Pero se sintió confundido bajo la mirada burlona de Ivan Yegorovich... Volodka no quería irse. El mundo fuera de esa habitación parecía el desierto gris que lo había rodeado aquella noche cuando dejó a Svetlana. En el fondo, aún esperaba que Irochka regresara. Entonces ocurriría un milagro. La conquistaría para siempre." epdlp.com |