Como bestias (fragmento)Violaine Bérot
Como bestias (fragmento)

"Los dos tenemos la misma edad, más o menos. Íbamos juntos a clase, en Ourdouch, sí.
En la escuela lo llamábamos el Oso. Supongo que al principio fue porque no tenía padre. Usted no es de aquí, no tiene por qué saberlo, pero es muy común en el valle. Los hijos sin padre son hijos del oso, es así. Y para nosotros, que no éramos más que unos críos, eso explicaba su fuerza, sus piernas robustas. Además, no sabía hablar, solo gruñir. Por eso el apodo del Oso le venía que ni pintado.
Recuerdo que nos tenía acojonados. Evitábamos por todos los medios cruzarnos con él cuando íbamos solos. Y al mismo tiempo, nos fascinaba. Nos pasábamos el recreo perfeccionando nuestras tácticas. Nos juntábamos unos cuantos, nos escondíamos y luego lo acorralábamos. Sentirse atrapado le daba pavor. Se ponía a temblar. Y a menudo, presa del pánico, se meaba encima, o cosas peores. Nos daba tanta risa que aprovechaba el momento para escapar. Jugábamos a aterrorizarlo. Se trataba de pillar al Oso sin que el Oso nos pillara a nosotros. Organizábamos auténticas batidas. Gamberradas de mocosos. Éramos muy crueles.
Sí, claro que tengo otros recuerdos de él. Por ejemplo, el del día en que la señorita Lafont nos habló de los úrsidos. Me acuerdo de la palabra porque nos dejó impresionados: «úrsido». Nos habló de su comportamiento, de su alimentación y de otras muchas cosas que en realidad ya sabíamos, porque aquí, en otra época, hubo osos, y en las familias aún se hablaba de ello. Y el tema debió de tocarle la fibra a nuestro Oso particular, que nunca reaccionaba ante nada, porque se levantó de la silla y se acercó a la pizarra sin que nadie lo hubiera llamado. Nunca antes había ocurrido algo así. Se subió a la tarima e imitó los gestos del animal. Los del dibujo que nos estaba mostrando la maestra. Nos quedamos de piedra. Incluso la señorita Lafont tardó en reaccionar, antes de pedirle que volviera a su sitio. He vuelto a recordar ese momento. Lo he recordado muchas veces. Y me pregunto si no estaría burlándose de nosotros. Si no pretendía pagarnos a sus maltratadores con la misma moneda. Si no fingía ser un oso para reírse de nuestra estupidez, capaces como éramos en aquel entonces de creer que descendía realmente de un animal. Cuanto más lo pienso, más convencido estoy de que el más tonto de la clase seguramente no era el que todos creíamos."



El Poder de la Palabra
epdlp.com