Lecture d'une femme (fragmento) "Alrededor de Alepo, camellos rojos pastan en las tumbas. Sin muros, sin hojas. Un campo infinito se ofrece a la reflexión. Aquí , nada, ningún adorno, intenta disminuir el prestigio de la muerte. Abierto al caminante aventurero, dibuja una igualdad ardiente. Cuerpos sin flores duermen en una piedra árida. Con el cielo, sin una sombra de ternura, inaugura un trueque absoluto. [...] La ciudad, a lo lejos, es solo una extensión de este misterio. La enorme ciudadela la domina. Ha conocido las lunas más antiguas. Tanto simbolismo extravía el alma y la desata. Un grito espantoso atormenta el párpado. Entonces el silencio se enseñorea de la vida. [...] Nunca la Cruz me pareció más conmovedora que aquí. No es, ciertamente, que las iglesias fueran hermosas. Están condenadas al desorden bizantino. Una grosera idolatría las desfigura. ¡Pero cuán infinitamente prolongada, en los corazones afligidos, es su sombra! (...) Oriente, Oriente. Nunca Cristo me pareció tan Él mismo como en esta confusa gloria de los pobres. Lejos de la púrpura romana y de los tronos, su verdadero rostro compone en mis ojos el de una humanidad dolorosa, que se deja mecer, infinitamente, por los sueños." epdlp.com |