Imaginaria (fragmento), de Bajo banderaGuillermo Saccomanno
Imaginaria (fragmento), de Bajo bandera

"Ahora el imaginaria de la cuadra se repliega en el fondo del galpón y, desde ese ángulo, contempla la perspectiva de patas y barrotes metálicos. La doble hilera de camas, con sus líneas verticales, imita una avenida tenebrosa con jaulas en vez de casas. Al imaginaria le sugiere el corredor de un penal. Escucha el silencio. Es una marea sorda y densa que anega sus oídos. A medida que camina por la cuadra pasa junto al rumor de una respiración acatarrada, un ronquido, un lamento, una tos. El imaginaria es una sombra entre las sombras. Puede estar a los pies de tu cama o en el otro extremo de la cuadra. Su olor es el tuyo, así como el olor de los otros es también tu olor. Un vaho tibio en el que se confunden sudores, alientos, flatulencias y poluciones. La tela áspera de la bolsa de rancho tiene el mismo olor nauseabundo que las frazadas. El mismo olor tiene tu camiseta que tu almohada. Y el mismo olor rancio exhalan los borceguíes cuando te los sacás. Afuera nieva. Y mientras siga nevando, ni miras de bañarse. Ya perdiste la cuenta del tiempo que llevás sin bañarte. Por lo menos, un mes y pico. Toda la higiene de la compañía se circunscribe a enjuagarse caras y manos con agua helada en los piletones. Los calzoncillos largos se paran solos de la mugre que tienen. Alrededor de las braguetas, la frisa vacila entre el ocre y el marrón. A algunos, la roña se le ha vuelto un musgo blanquecino alrededor del glande. Pero, cuando viene la noche, el agotamiento puede más que la mugre y los piojos. Nadie se gasta en rascarse. Los cuerpos se abandonan extenuados y comienzan a bracear en el barro cálido del sueño. "


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