El peregrino (fragmento)John Bunyan
El peregrino (fragmento)

"Aún cuando haya pasado por todo lo que pasé, no me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron hasta donde deseé llegar. Ahora, todo lo que tengo es esta espada, y la entrego a cualquiera que desee seguir su peregrinación. Llevo conmigo las marcas y las cicatrices de los combates; ellas son testimonio de lo que viví y recompensas de lo que conquisté. Son estas marcas y cicatrices queridas las que me abrirán las puertas del Paraíso. Hubo una época en la que viví escuchando historias de hazañas. Hubo otras épocas en que viví simplemente porque necesitaba vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero un día estar en la compañía de Aquel por quien tanto luché.

(...)

Pasada esta escena, vi en mi sueño que Cristiano continuó su camino, y llegando a una hondonada, vio algún tanto desviados del camino, entregados a un profundo sueño y con grilletes en sus pies, a tres sujetos que se llamaban simplicidad, Pereza y Presunción. Se acercó a ellos, con objeto de despertarlos, y les dio voces diciendo: —Despertad, que sois como los que duermen en lo alto de un mástil, que tienen debajo de sus pies el mar muerto, que es un abismo sin fondo. Levantaos y venid conmigo; yo os ayudaré también a quitaros esos grilletes, porque si pasa por aquí el león rugiente, indudablemente caeréis en sus terribles garras. Los tres se despertaron, fijaron sus miradas en Cristiano, empezando a contestarle del modo que sigue. Simplicidad dijo: —Yo no veo aquí peligro alguno. —Pereza añadió a su vez: Aún un poco más de dormir. —Y Presunción se quejó por —meterse en lo que nada le importaba; y con esto se entregaron de nuevo al sueño, dejando a Cristiano que siguiese su camino. Así lo hizo éste, aunque profundamente entristecido y lastimado de ver aquellos hombres, puestos en riesgo tan inminente, rehusar testarudos al que generosamente se había brindado, después de despertarlos de su funesto sueño y darles saludables consejos, a ayudarles a deshacerse de sus ligaduras.
Absorto en estos pensamientos marchaba nuestro buen hombre, cuando, con gran sorpresa, vio saltar la muralla que guardaba el camino angosto a dos seres que a pasos muy apresurados se dirigían hacia él: sus nombres eran Formalista e Hipocresía.

(...)

Entonces vi en mi sueño que apenas hubieron salido «el desierto, cuando vieron delante de sí una población, cuyo nombre es Vanidad, y en la cual se celebra una feria, llamada la feria de Vanidad, que dura todo el año. Lleva este nombre porque la ciudad donde se celebra es más liviana que la Vanidad, y también porque todo lo que allí concurre y allí se vende es vanidad, según el dicho del sabio: todo es vanidad.
Esta feria no es nueva, sino muy antigua. Voy a declararos cuál fue su principio: Hace casi cinco mil años había ya peregrinos que se dirigían a la ciudad celestial, cual lo hacen ahora estos dos: apercibido entonces Beelzebub, Apollyón y Legión con sus compañeros por la dirección que estos peregrinos llevaban, que les era forzoso pasar por medio de esta ciudad de Vanidad, se convinieron en establecer esta feria, en la cual se vendería toda especie de vanidad, y duraría todo el año. Por eso en esta feria se encuentran toda clase de mercancías: casas, tierras, negocios, colocaciones, honores, ascensos, títulos, países, reinos, concupiscencias y placeres, y toda clase de delicias, como son rameras, esposas, maridos, hijos, amos, criados, vidas, sangre, cuerpos, almas, plata, oro, perlas, piedras preciosas y muchas cosas más.
En ella se encuentran también constantemente truhanerías, engaños, juegos, diversiones, arlequines, bufones, bribones y estafadores de toda especie.
No para en esto sólo: allí se ven, y eso de balde, robos, muertes, adulterios, falsos juramentos; pero no como quiera sino hasta los de color más subido. "



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