El Caballero Carmelo (fragmento)Abraham Valdelomar
El Caballero Carmelo (fragmento)

"El árbol había crecido y se mecía armoniosamente con la brisa marina. Tocóle mi hermano, limpió cariñosamente las hojas que le rozaban la cara y luego volvimos al comedor. Sobre la mesa estaba la alforja rebosante; sacaba él, uno a uno, los objetos que traía y los iba entregando a cada uno de nosotros. ¡Qué cosas tan ricas! ¡Por dónde había viajado! Quesos frescos y blancos, envueltos por la cintura con paja de cebada, de la Quebrada de Humay; chancacas hechas con cocos, nueces, maní y almendras; frijoles colados en sus redondas calabacitas, pintadas encima con un rectángulo del propio dulce, que indicaba la tapa, de Chincha Baja; bizcochuelos, en sus cajas de papel, de yema de huevo y harina de papas, leves, esponjosos, amarillos y dulces; santitos de "piedra de Guamanga" tallados en la feria serrana; cajas de manjar blanco, tejas rellenas, y una traba de gallo con los colores blanco y rojo. Todos recibíamos el obsequio, y él iba diciendo al entregárnoslo:
-Para mamá.. para Rosa.. para Jesús.. para Héctor..
-¿Y para papá? -le interrogamos, cuando terminó:
-Nada.
-¿Cómo? ¿Nada para papá?
Sonrió el amado, llamó al sirviente y le dijo:
-!El "Carmelo"!
A poco volvió éste con una jaula y sacó de ella un gallo, que libre, estiró sus cansados miembroS, agitó las alas y cantó estentóreamente:
-¡Cocorocóooo!
-¡Para papá! -dijo mi hermano.
Así entró en nuestra casa este amigo íntimo de nuestra infancia ya pasada, a quien acaeciera historia digna de relato, cuya memoria perdura aún en nuestro hogar como una sombra alada y triste: el Caballero Carmelo. "



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