La regresión zoológica (fragmento)Fernando Sorrentino
La regresión zoológica (fragmento)

"Tengo un amigo todo lo dulce y tímido que puede pedirse. Su nombre es frágilmente anticuado --Lucas--, y su edad, recatadamente intermedia --cuarenta años--. Es de reducida estatura, es delgaducho, tiene un bigotito ralo y una calva aún más rala. Como su vista no es perfecta, usa anteojos: insignificantes y sin armazón. Para no molestar a nadie, camina siempre de perfil. En vez de pedir permiso, prefiere deslizarse apenas por un costado; si la rendija es tan estrecha que ni siquiera permite su paso, Lucas prefiere esperar con paciencia que el obstáculo --sea animado o inanimado, racional o irracional-- se aparte por su propia voluntad. Los perros y los gatos callejeros le infunden terror, y, para evitarlos, se cruza a cada instante de una vereda a la otra. Habla con una vocecilla sutil, casi transparente de tan inaudible. Jamás ha interrumpido a nadie: sin embargo, no logra emitir más de dos palabras sin que lo interrumpan. Ello no parece irritarlo: más aún, se siente dichoso de haber podido pronunciar esas dos palabras. Hace años que mi amigo Lucas está casado: con una mujer delgada, colérica, nerviosa, que, además de voz aguda hasta lo insufrible, fuertes pulmones, nariz afilada y lengua de víbora, padece de temperamento indomable y de vocación domadora. Lucas --me gustaría saber cómo-- se ha continuado en un niño. La madre lo bautizó Juan Manuel: es alto, rubio, flequilludo, inteligente, suspicaz, irónico y vigoroso. No es exacto que obedezca a su madre ciegamente: más bien, ambos están siempre de acuerdo en asignarle a Lucas un lugar sin duda nulo en el universo... "


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