El hombre y el niño (fragmento)Arthur Adamov
El hombre y el niño (fragmento)

"Invierno de 1954. Desde hace algún tiempo ya la crítica venía emparentando mi nombre a los de Beckett y Ionesco. Los tres éramos de origen extranjero, los tres habíamos turbado la quietud del viejo teatro burgués. La tentación era demasiado fuerte y sucumbieron. Mentiría si dijera que en los primeros tiempos no me causó un cierto placer esa troika. Me gustaba la idea de seguir peleado con Ionesco, de no ver a Beckett más que en rarísimas ocasiones, no estaba sólo, formaba parte de una banda. Mis deseos infantiles se habían cumplido. También me parecía que de esta forma podría alcanzar victoria más fácilmente. Sin embargo cuando escribía el Ping-Pong comencé a juzgar con más severidad mis primeras obras y, con toda sinceridad, criticaba Esperando a Godot y las Sillas por las mismas razones. Ya veía en la vanguardia una escapatoria fácil, una evasión de los problemas reales, la palabra teatro absurdo me irritaba. La vida no era absurda, sino difícil, muy difícil solamente. No había nada que no requiriera unos esfuerzos inmensos, desproporcionados. "


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