Poema XXXI, de Estrella de la Mañana "En mi gemido conté mi soledad envejecida; conté todas las noches de mis días. Mis huesos cantan el misterio del mundo. El agua perturbada de mi reposo. Me veo en mi gemido según pavores de inocencia. Paz, paz: oído de mis palabras. El ruego alcanza oído a mis palabras carne sanada; y hay espanto de luz en nuestras manos. " epdlp.com |