Cataluña en España (fragmento)Claudio Sánchez-Albornoz
Cataluña en España (fragmento)

"La unión de los dos reinos de Aragón y de Castilla y el descubrimiento de América colocaron en seguida a Cataluña en una postura marginal: a una Cataluña hasta allí extraordinariamente favorecida por la suerte -¡Tú, feliz Barcelona, cásate!- y habituada a ser el pueblo, si no hegemónico, sí dirigente de los que eran regidos por los condes-reyes. Esa situación marginal fue resultado incoercible de dos magnos sucesos históricos y no de ninguna voluntad hispana adversa a Cataluña. Al realizarse la unión de las dos Coronas inexorablemente había de constituirse Castilla en centro político de España, porque lo era geográficamente y porque superaba mucho en población, en riqueza y en potencial histórico a la Corona aragonesa; sobre todo después de la ruina económica y de la declinación vital del Principado, como consecuencia especialmente de sus luchas contra Juan II. Y no fue culpa de los castellanos la ausencia de Cataluña de la empresa americana. Pese al testamento de la Reina Católica -equivocado en la cláusula que reservaba a sus propios súbditos la explotación del Nuevo Mundo- los catalanes habrían podido intervenir en la conquista de América si lo hubiesen deseado; les faltó espíritu de aventura tanto como les sobró espíritu burgués. Por la misma causa no participaron en la colonización. En las primeras décadas del siglo XVI pudieron comerciar con América; en otro caso no se habría formado en 1525 una compañía mercantil en Barcelona y por ciudadanos barceloneses, para exportar estameñas y calceterías a las 'Indies del mar Hoceano", a la Española, San Juan, Cuba y Yucatán; compañía cuyo texto ha publicado Raimundo Noguera. Desde 1526 pudieron legalmente pasar a las Indias conforme a una Real Cédula de Carlos V que ha publicado Torre Revello. Y aun sin estar autorizados vinieron a estas plazas americanas multitud de aventureros no peninsulares. La concentración en Sevilla -según Chaunu inevitable- del tráfico de América tanto dañó a Cataluña como a las otras regiones de España. Y era más caro y difícil llevar mercaderías hasta el emporio sevillano desde Flandes o Génova y desde Burgos o Toledo que desde Barcelona. Si en el Principado hubiera habido una vida industrial pareja a la flamenca o a la genovesa, los catalanes no sólo habrían competido con esos países en Sevilla: habrían también comerciado en tierras castellanas, como hacían en ellas incluso los enemigos ultrapirenaicos y ultramarinos de España.

Pero esa situación marginal de Cataluña en la que el pueblo castellano no tuvo culpa alguna, dificultó el allanamiento de las diferencias que la separaban de los otros reinos peninsulares; unos nacidos como normal proyección histórica de los diversos núcleos iniciales de resistencia al Islam que surgieron en el norte de España; y otros, en prolongación afortunada de las comunidades políticas a que la historia dispar de esos núcleos primitivos fue dando origen en el transcurso de la reconquista Y los errores de las dinastías que rigieron a España en la Edad Moderna y también los errores de los catalanes, sería injusto negarlo, han mantenido en pie el particularismo medieval de Cataluña, no más antiguo ni distinto ni más firme ni más acusado que el particularismo, de estirpe medieval, de Galicia, León, Castilla, Navarra, Aragón, Valencia, Murcia, Andalucía... De una Cataluña que, después de apartarse de Francia movida por su hispanismo integral, vivió cuatro siglos vinculada a Aragón y lleva casi cinco unida a los demás pueblos españoles.

Cataluña contribuyó más que ninguna otra región de la Península a hacer a España bajo la égida de Roma, cuando ni siquiera era posible adivinar en el misterioso e incierto futuro de Hispania el nacimiento de Castilla. Grandes conductores y escritores de la Cataluña medieval, autónoma dentro de la Corona aragonesa, sintieron la unidad histórica y vital de España con no menos convicción y muchas veces con más firmeza y claridad que los príncipes y escritores castellanos. Cataluña ha dado a la comunidad nacional española de que forma parte, el imperio mediterráneo, grandes figuras humanas, ideas y ejemplos magníficos. España es tan obra suya como de los otros muchos grupos históricos peninsulares, sus hermanos por la sangre y el espíritu y sus iguales en derecho. "



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