El deseo (fragmento)Hugo Claus
El deseo (fragmento)

"Las calles, a veces, huelen a gas.
—¿Qué diferencia hay entre esto y Flandes? —dice Jaak—. ¿Eh? ¿En realidad? La misma ropa, los mismos tejanos, la misma música en las tiendas, Perry Como, de hace veinte años, o los Ramones por las radios, en el cine las mismas historias de amor y de coches que se persiguen, los Wimpy son iguales, los peluqueros, los coches…
(No ve la diferencia. Ya no. Yo también la veo menos. Es la diferencia entre nosotros y los auténticos viajeros. Los auténticos viajeros se sumergen en el extranjero, en lo extranjero, se hunden en ello, se igualan a ello, adquieren el color de lo extranjero. Nosotros somos turistas, como máximo buscamos algo raro, algo picante que podamos contar después, en el Unicornio, o que él contará a Dina y yo a mi madre).
—Hoy en día, todos saben todo sobre todas partes y todo el mundo, e imitan a todo el mundo —dice Jaak.
En el barrio chino señala una camisa de lana a cuadros azules y rojos que está puesta en un maniquí, un forzudo leñador con pelo platino.
—¿Podría quedarme bien? —pregunta con voz vacilante, modesta.
—Es exactamente tu estilo —dice Michel.
—¿No es más bien para el invierno?
En un local demasiado estrecho, repleto de tejanos y jerséis y abrigos, bajo una luz cegadora y un calor asfixiante, se prueba la camisa. Un viejo chino estira de los bajos.
—Te va como un guante —dice Michel.
—Ni que lo digas. No puedo respirar.
Michel pide una talla más grande. "



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