La dama vestida de blanco (fragmento)Wilkie Collins
La dama vestida de blanco (fragmento)

"Las lágrimas corrieron por su rostro. Su mano temblorosa buscó el apoyo de la mesa para poder sostenerse, mientras me tendía la otra. La tomé entre las mías, estrechándola con firmeza. Cayó mi cabeza sobre aquella mano fría. Mis lagrimas la humedecieron y mis labios se apretaron contra ella. No fué un beso de amor. Fué una contracción de agonía desesperada.
-Déjeme usted, por amor de Dios -dijo débilmente.
Aquellas palabras fueron la confesión de sus sentimientos. No tenia el derecho de oírlas ni de contestar a ellas. Al confesar su sagrada debilidad, me arrojaba de aquel lugar. Todo había concluido. Dejé caer su mano y no dije nada más. Las lágrimas que cegaban mis ojos me impedían verla, y las enjugué para contemplarla por última vez. Vi cómo se dejó caer sobre una silla. Se apoyaron sus brazos sobre la mesa y la rubia cabeza se desplomó pesadamente sobre ellos. Una mirada más de eterna despedida y se cerró la puerta tras de mí. Había empezado a abrirse entre nosotros el inmenso abismo de la separación. La imagen de Laura Fairlie pasaba desde ese momento a ser el más querido de todos mis recuerdos."



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