Invierno "Este gesto del invierno hacía mí, frío y aplicado. Sí, hay algo en el invierno de la medicina tierna. De otro modo, como de repente, de la oscuridad y el tormento, la enfermedad confiada le dirige sus manos. Oh amable, seguí con tu brujería, de nuevo rozará mi frente el beso santo del anillo helado. Y es cada vez más fuerte la tentación de encontrar el engaño con la confianza, mirarle los ojos a los perros, abrazar los árboles, perdonar como jugando, y habiendo perdonado perdonar todavía a alguien, confundirse con el día invernal, con su óvalo vacío, ser siempre para él su matiz pequeño. Reducirse a no existir, para implorar detrás de las paredes no una sombra mía sino la luz, por mí tapada. En qué me diferencio de la mujer con la flor o de la muchacha que ríe y juega al anillo. ¿Y el anillito no llega hasta sus manos? Me distingo de la habitación con el empapelado, donde estoy sentada sobre el final del día y la mujer con los puños de cibelina aparta de mí su mirada arrogante. Cómo compadezco su mirada altiva, y temo, temo espantarla, cuando ella se inclina sobre el cenicero de cobre para sacudir la ceniza. ¡Oh, Dios mío! Cómo le compadezco, su hombro, su hombro deprimido, y su cuello blanquito y fino, que siente calor bajo las pieles. Y temo que de repente comience a llorar, que sus labios griten terriblemente, que esconda las manos en las mangas y que las perlas golpeen el suelo. " epdlp.com |