La nocheBella Ajmadúlina
La noche

"El alba oscurece por tres puntos
y temerosa la mano no se atreve

a irrumpir en la blancura del papel
cortando el aire denso que lo guarda.

Como sin remedio mi razón es honesta
se avergüenza de su imperfección
y no deja a la mano alcanzar la dicha
de tramar yambos con el descuido de ayer.

Mientras está plena de signos la penumbra
una idea imprecisa que hace arder mi frente,
el poder del café o la pasión nocturna
se pueden confundir con chispas
de la inteligencia.

Pero, en realidad, como grande es mi juicio
está a salvo de las locuras de estas vigilias,
pues esta ardiente excitación, como un genio,
méritos suyos no las considera.

¡Acaso es pecado desconocer mi infortunio!
Es tan inocente la pequeñez, tan dulce
la tentación de violar el anonimato
de esta noche,
nombrando todo lo que me rodea
por su nombre.

En tanto ordeno a mi mano no moverse
cada objeto me observa provocativo,
resplandece y vigila cada gesto mío
que insinúe y le rinde pleitesía.

Seguro de que los amo
los objetos gruñen y mendigan,
anhelando con toda el alma
sea mi voz la que los cante.

¡Qué agradecida estoy a la vela,
quisiera hablar de su amada luz
y concederle la incansable caricia
de los epítetos! Pero, callo otra vez.

¡Qué dolor y tormento el de estar muda,
sin confesar ni con una palabra
toda la belleza que el amor
con mi pupila severa contempla!

¿De qué me avergüenzo?
¿Por qué no soy libre en la casa desierta,
bajo la nieve creciendo para escribir mal,
pero con justeza,
sobre la casa, la noche y el cielo azul
tras la ventana?

¡No quiera Dios que pierda la vergüenza
ante la hoja de papel tan indefensa
ante la vela sencilla y luminosa
ante mi rostro esfumándose en el sueño! "



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