Entre la niebla de la tarde y los besos de ella "A. . . que no es. Con la tristeza alegre de lo que sabe renunciar. Unas lágrimas de cielo, han besado las corolas de tus flores y el aire tiene un aliento húmedo de enamorada, que discurre silencioso entre los pinos del bosque. El mar desdibuja sus contornos, en la plata desvaída de sus encajes de bruma y el jardincillo de casa le ofrece un ramo de flores que ata con cinta de espuma. . . . . Como dos locos chiquillos, en la niebla de la tarde hemos jugado a pedreas de flores y hojas de mirto . . . . . Ahora todo descansa en el místico conjuro de nuestro mar plateado que duerme en sus cunas de algas su inefable sueño blanco. Bajo nuestra marquesina que cubre una enredadera campanillero morado en los pregones del viento esta noche nos sentamos y yo beso las estrellas en el iris infinito de tus ojos verde claro. Mientras descansa indolente tu cabecita en mi brazo. . . . . . Todo el mundo con tus ojos, se hace mío. Todo el mundo con tus besos es pequeño. Antes en las noches infinitas del espíritu yo besaba en el silencio malva rojo de la tarde la tristeza obsesionante del misterio de las cosas, que se mueren poco a poco en la caricia traidora de la nostalgia de un sueño. Ahora beso tus pupilas con borrachera de cielo. . . . . . No sé qué fuerza mala condena nuestras almas al calvario de la duda. Yo besaba las estrellas y acariciaba los mares. Yo bebía la blancura de la brisa de la tarde y el aliento de tu boca buceaba la delicia del misterio que se oculta en el pozo blanquecino de las almas de la tuya. . . . . . . . Y una noche como ésta que salpicaba de estrellas el silencio plateado de los mares que apoyabas indolente tu cabecita en mi brazo que las tristes campanillas de tu vieja marquesina regalaban a los vientos su tenue pregón morado al besarte las pupilas dejé clavada la vida en los dos puñales blancos de un misterio de amarguras que ocultabas en dos lágrimas no hechas de tus ojos verdes claro. " epdlp.com |