Postales desde alta mar "I. Yo, criollo, diré a la noche con mi pequeña guitarra del alba que erees una novia morena en Rotterdam, que nunca vas a vender alrededor de la ciudad, de puerta en puerta, la sed de agua dulce." II. Por la mañana nevó en los templos de Europa y la lámpara de mi mano es una carabela entre los fiordos de Noruega. Desde ayer ha estado lloviendo en la proa lluvia de acero que adormece nuestros huesos abandonados, gnomon de silencio sin memoria. Desde ayer el barco es el paisaje del alma ciega y tu nombre sobre el océano el sol en la boca de un árbol frutal. III. Yo vendía kamoca en las calles neoyorquinas, he jugado ourin entre las vigas de los rascacielos incipientes. En un edificio en Belfast perseveran los cráneos y huesos de mis ancestros, la sangre sigue insuflando vida en las fosas nasales de los auriculares." IV. Las orejas del isleño, bañadas por el sol olímpico, ven patricios vestidos con togas, hablando criollo. Más allá de los Pirineos hay mulatos que emigran a Europa. V. Los domingos por la noche, el sol creole se presenta a los rostros afables y los nombres de Djone, Bana, Morais, Goy, Djosa, Franco, Morgoda, Paliba y Salibana son sellos blancos, pasaportes a las puertas de las embajadas. VI. Nuestras bocas testifican que la tierra y la historia emigran y acogen conflictos y normas culturales en la noche de la locura, en la colonia de Sacassenje. Hemos dividido la tierra entre los árboles frutales y las semillas, entre la sangre y las cicatrices, tras haberlo previsto nos alojamos en la cerrada frontera. VII. Atisbo desde la carretera el nacimiento de la primavera que vela, de la sombra de los omóplatos del mundo, del temblor de la sangre africana vertida sobre los huesos de Europa. Todas las noches mi pulgar regresa a la desembocadura del río, desde Addis Abeba bebí en las cataratas de Ruacana. " epdlp.com |