Los cortejos del diablo (fragmento)Germán Espinosa
Los cortejos del diablo (fragmento)

"¿Por qué me vine a venir, soñando con falsos boatos y virreinales embaucos, del lugar donde me correspondía estar y medrar, las Cortes, coño, las Cortes, allí donde se forjan en un parpadeo eminencias y las togas se cruzan con el filo de las espadas? ¿Por qué me vine a venir a una tierra, tierra de Belcebú que nos hiela de calor, que nos sofoca de frío; a una tierra, tierra de Lucifer esterilizada por el semen de Buziraco, pero exuberante y pasmosa en su misma esterilidad, tierra en fin que devora o vomita, según vengamos a sembrar o a recoger? ¡Ahora soy un esputo de soldados, una resaca, una bazofia de río almacenada en sus bocas de dragón! ¡Ahora soy un desecho de estas tierras malditas del Señor, tierras que, en vez de conquistarlas, me han conquistado o, mejor, succionado, chupado, fosilizado, hasta arraigarme como cizaña diabólica en lo más profundo de sus entrañas! Mañozga escuchaba la carcajada helada de las brujas que voloteaban arriba, famélicas y vengativas, y un estremecimiento le recorría la espina dorsal.
(...)
Finalmente fue arrastrado. Protestó, se revolvió, pero sólo le respondieron las carcajadas siniestras del alcalde, un ji-ji-ji muy agudo que rivalizaba con los eructos de las brujas. Escaleras abajo, Mañozga se comprendía grasiento y febril. De sólo recordar los graznidos escuchados allá en el cielo, tuvo una erección senecta y pasajera. Estaba liquidado y nadie mejor que él lo sabía. Aquel ambiente de mazmorra, donde se creyera estar siempre rodeado de excrementos humanos, le oprimía el pecho y se le pegaba sin remedio a las fosas nasales. Era la mierda de Buziraco que lo perseguía."



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