El prisionero del Cáucaso (fragmento) "Se toman el té con parsimonia. Es la conversación pausada de dos personas que se conocen desde hace tiempo y se respetan. (Rubajin empuja la carretilla. La inclina. Echa la arena. La distribuye con una pala y la iguala a ras de tierra). —¿Sabes, Petróvich, lo que dicen nuestros ancianos? En nuestras aldeas y aúles hay ancianos muy listos. —¿Y qué dicen? —Pues dicen que tenemos que hacer una campaña en Europa. Es hora de ir allí otra vez. —¡Te has pasado, Alibek! ¡Eurooopa…! —¿Por qué? Europa es Europa. Los ancianos afirman que no está tan lejos. Los ancianos están descontentos. Los ancianos dicen: donde vayan los rusos, vamos nosotros, y, al final ¿por qué nos matamos los unos a los otros? —¡Pues pregúntaselo a tus amigos!—grita Gúrov con rabia. —Oooh, te has enfadado. Al tomar el té, el alma se llena de bondad… Guardan silencio durante un rato. Alibékov sigue deliberando mientras se sirve más té, tranquilamente: —… tampoco está tan lejos. De vez en cuando hay que ir a Europa. Los ancianos dicen que, entonces, aquí haríamos enseguida las paces. Y tendríamos una vida normal. —Pues ya puedes esperar sentado. ¡A saber cuándo llegará ese día!… Gúrov suspira: —Es cierto, va a hacer una tarde preciosa. En eso tienes razón. —Yo siempre tengo razón, Petróvich. Bueno, diez Kalash, de acuerdo. Y de cartuchos, siete cajas. " epdlp.com |