La agonía de Francia (fragmento)Manuel Chaves Nogales
La agonía de Francia (fragmento)

"—Qui êtes-vous?
Nos echaron a la cara los haces de luz de sus linternas y nos examinaron recelosamente. Salíamos del despacho del ministro del Interior, señor Mandel, y bajamos por una escalera de servicio de la Prefectura de Burdeos donde se había instalado el ministerio después de la evacuación de Tours. Hasta aquel instante Mandel había sido el jefe supremo de las fuerzas de orden público; a partir de entonces era un perseguido, un presunto criminal.
Mandel seguía en su despacho despidiéndose del personal y adoptando sus últimas disposiciones para la transmisión de poderes como ministro dimisionario del gabinete Reynaud. Pero, escaleras abajo, la guardia había cambiado ya, unos oficiales habían sustituido a otros y el ministro, sin salir de su despacho, se había con-vertido en prisionero. Los oficiales que nos habían dado el alto, a quien acechaban era a Mandel mismo. Era su rostro el que querían adivinar a través de posibles disfraces, temiendo que se les escapase en la confusión de los primeros momentos. Nos miramos estupefactos.
Aquello no era una crisis sino un golpe de Estado.
Pétain, dueño ya del poder, no había constituido todavía su gobierno. Aún era inconcebible la capitulación. El almirante Darlan seguía proclamando que la flota francesa no se entregaría nunca. Tocaba a su fin aquel domingo mansamente trágico en el transcurso del cual había sucumbido Francia.
En unas horas plácidas, banales, de un domingo radiante, Francia, la Francia que creíamos inmortal, se había hundido, quizás para siempre, entre la indiferencia absoluta de una gran ciudad alegre y confiada, el discurrir perezoso de una muchedumbre endomingada que llenaba los jardincillos del Hôtel de Ville presenciando con inconsciente curiosidad provinciana el ir y venir de los automóviles oficiales y el ajetreo miserable de cientos de miles de refugiados ajenos a todo lo que no fuese la satisfacción inmediata de sus necesidades físicas, que buscaban afanosamente dónde comer y dormir aquella noche. "



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