El Buda tras la empalizada (fragmento)Cees Nooteboom
El Buda tras la empalizada (fragmento)

"Y se acordaba. Había parado un tuktuk en la Sukhumvit Road. (Una soi es una calle, un klong un canal, un wat es un templo, un baht es una moneda, un tuktuk es un taxi abierto de tres ruedas que hace un ruido de mil demonios, y en el que debes sujetarte bien fuerte en el asiento posterior de plástico de un rojo ardiente a la barra cromada para no salir volando.) Los conductores son jinetes fantasmales, surcan transversalmente el tráfico, lo mejor que puedes hacer es mantener la vista en el Buda riente sobre el espejito, a él le importa un pito. Además, si mueres, mueres en una obra de arte, porque así como el alma desgarrada de Nueva York se encuentra vociferada en las cuevas de Lascaux del metro, de igual manera el alma suavemente brillante del tailandés, se encuentra en las volutas, colores y melosas representaciones pintadas en sus tuktuks. Por este viaje mortal tienes que pagar, y al pagar tienes que regatear, y mientras esto tiene lugar el conductor ha de mantener el motor encendido y en ese pandemónium parece como si hubieras ganado diez baht mientras él, naturalmente, sabe con seguridad que acabas de pagar diez baht de más. Y así había estado el viajero ese primer amanecer brumoso-todo aún fresco, el mundo nuevo- junto al río, liberado del estrépito que resonaba en sus oídos. Había preguntado hacia dónde iban las embarcaciones, pero todo el mundo reía porque nadie hablaba inglés y entonces había decidido que no importaba hacia dónde fueran. "


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