La muerte de un pequeño burgués (fragmento)Franz Werfel
La muerte de un pequeño burgués (fragmento)

"Las mujeres, mientras no hubiese servicios más íntimos que prestar, permanecían en sus puestos. Cruzaban el salón con paso cadencioso; se movían ante el espejo con un íntimo embeleso en sus rasgos, pedían con frialdad amable cigarrillos y se sentaban a ratos en las mesas sin interés de condescender. Estaban poseídas del sentimiento de una dignidad especial, de la que participaba toda pensionista de este afamado y preeminente lugar. El ser aceptada aquí, significaba entrar en un centro de vida elevado. Esa dignidad se expresaba de diversos modos. Al contrario de lo que sucede en casas análogas, pocas señoritas usaban aquí traje corto, la mayoría vestía peinadores fantásticos, saltos de cama de larga cola; y Valeska, la más fastuosa de todas, lucía hasta un auténtico vestido de noche que, en el baile de artistas o de los Doctores en Derecho, le hubiera valido una señalada gacetilla en la Prensa. Pero, a pesar del vestuario embarazoso, ocurría, no con demasiada frecuencia, que se descubrían las piernas para sacar de la media una pitillera o una polvera. Sólo Ludmila usaba traje corto; pero ella, con su delicada figurita de niña, no hubiera podido llevar otra cosa. Era curioso observar en ella la falta absoluta de aquella movilidad, peculiar en las muchachas de su oficio, que las hacía abandonar continuamente sus asientos y lugares y, como nerviosas bestias enjauladas, les obligaba a pasear desatinadamente por las habitaciones. En cambio, Ludmila se estaba muy quieta sentada a la mesa de los militares, a mano derecha, escuchando con profunda seriedad las explicaciones del alférez Kohout, como si no quisiera desaprovechar ninguna ocasión para aprender algo. Nadie podía reprocharle nada. "


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