El silencio de la pradera (fragmento)Ole Edvart Rølvaag
El silencio de la pradera (fragmento)

"A la mañana siguiente, temprano, Per Hansen recorrió cincuenta y dos millas para llegar a Sioux Falls e hizo una moción para que se le concediera un terreno en el lado norte, de acuerdo a los dictámenes de Hans Olsen. Se le concedió un certificado provisional con su identificación y autenticación. Por ello, Benjamin Peder Hansen, pasaba a ser el poseedor legítimo de aquella pieza de tierra, pudiendo explotarla desde la fecha del seis de junio de 1873. Sorine se entretuvo con los niños los dos días que su marido estuvo fuera, pensando en cómo afrontar los rigores del incipiente verano.
¿Una casa de verano? ¿Y sería útil en el invierno? Tal vez fuera mejor esquivar la pregunta. Al fin y al cabo, ella y los niños tenían tanto que hacer, que casi no disponían de tiempo suficiente. Ajustó la estufa y puso los alimentos en la mesa. Cuando todo estuvo listo, contempló el espacioso y nada superfluo interior de la habitación.
Los niños estaban entretenidos con sus andanzas y ella misma disfrutaba de la sensación y el amparo de la libertad.
Sin embargo, no lograba calmar su mente. Miraba una y otra vez por la ventana, se sentaba, escuchaba. ¿Acaso se oía algo? Todavía permanecía viva la reciente impresión que tuvo en la víspera al bajarse de la calesa, sin ningún lugar donde poder ocultarse. El sentimiento se había ido apaciguando poco a poco, aunque no podía evitar dejar de observar.
Después de ordeñar la vaca por la noche y dar el pasto a los bueyes, había paseado con los niños, que correteaban, traviesos, tras los gansos. Llegaron hasta la cima de la espléndida colina, donde pudo sentarse y atisbar la lejanía. Era agradable. Tenía que admitirlo. Aquellos vastos campos se asemejaban mucho a inmensos océanos, especialmente en la hora del crepúsculo. Sus recuerdos de antaño eran tan diferentes. El corazón debía acostumbrarse a latir sin escuchar la melodía de las olas, tratando de que el alma no gritara a cada hora. "



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