Las voces del tiempo (fragmento)J. G. Ballard
Las voces del tiempo (fragmento)

"Una vez más, contempló el ideograma de Whitby. Estaba cubierto de hojas húmedas y de trozos de papel, pero los contornos se apreciaban claramente. Cubría casi todo el suelo de la piscina, y a primera vista parecía representar un enorme disco solar, con cuatro proyecciones laterales romboides, un tosco mandala Jungiano. Preguntándose qué habría inducido a Whitby a grabar el dibujo antes de su muerte, Powers observó algo que se movía a través de los escombros en el centro del disco. Un animal cubierto por un caparazón de concha negro, de un pie de longitud, aproximadamente, estaba hociqueando en el lodo, arrastrándose sobre unas cansadas patas. Su caparazón era articulado y recordaba vagamente el de un armadillo. Al llegar al borde del disco se detuvo y vaciló, y luego retrocedió de nuevo hacia el centro, al parecer poco deseoso o incapaz de cruzar el angosto surco. Powers miró a su alrededor y luego se dirigió hacia una de las casetas que rodeaban la piscina. Entrando en ella, arrancó una pequeña taquilla de madera, destinada a guardarla ropa de los bañistas, de la oxidada abrazadera que la mantenía sujeta a la pared. Cargado con ella descendió la escalerilla de metal que conducía al fondo de la piscina y avanzó prudentemente por el resbaladizo suelo en dirección al animal. Éste trató de alejarse, pero a Powers no le resultó difícil capturarlo. Utilizó la tapadera para levantarlo hasta la caja. El animal pesaba tanto como un ladrillo. Powers golpeó su macizo caparazón con los nudillos, observando la cabeza triangular que asomaba por el borde como la de una tortuga, y las recias membranas entre los primeros dedos de las patas delanteras. Contempló los ojillos que parpadeaban ansiosamente, mirándole desde el fondo de la caja. "


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