Sobre políticas estéticas (fragmento)Jacques Rancière
Sobre políticas estéticas (fragmento)

"Ése era por ejemplo el sentido de la exposición recientemente organizada en Bruselas por Thierry de Duve con el título de Voici, distribuida en tres secciones: me voici, vous voici, nous voici. La clave de todo el dispositivo estaba en una pintura de Manet, el supuesto padre de la "modernidad" pictórica: no era la Olympia ni el Dejeuner sur 1´berbe, sino una obra de juventud, el Cristo muerto imitado de Ribalta. Este Cristo con los ojos abiertos, resucitado de la muerte de Dios, hacía del poder de representación del arte un sustituto del poder comunitario de la encarnación cristiana. Este poder de encarnación confiado al gesto mismo de mostrar se revelaba entonces semejante a un paralelepípedo de Donald Judd o a un muestrario de paquetes de mantequilla de Alemania del este de Beuys, a una serie de fotografías de un bebé tomadas por Philippe Bazin o a los documentos del museo ficticio de Broodthaers.
La otra manera radicaliza por el contrario la idea de lo «sublime» copio distancia irreductible entre la idea v lo sensible. Así es como Lyotard ve en el arte moderno la misión de testimoniar que hay cosas irrepresentables. La singularidad de la aparición es entonces una presentación negativa. Es la inscripción de un poder del Otro cuyo espíritu está irremediablemente cautivo y cuyo olvido conduce a todas las catástrofes totalitarias y a todas las formas de estatización mercantil de la vida. El relámpago multicolor que atraviesa la monocromía de una tela de Barnett Newman o la palabra desnuda de un Celan o de un Primo Levi son, para él, el modelo de estas inscripciones. La mezcla de lo abstracto y de lo figurativo en las Irlas trans-vanguardistas o el bazar de los montajes que actúan sobre la indiscernibilidad entre obras de arte, objetos o humos comerciales representan, a la inversa, la realización nihilista de la utopía estética.
Vemos claramente el escenario común que reúne estas dos visiones en una misma actitud fundamental. A través de la oposición misma del poder cristiano de la encarnación del verbo y de la prohibición judía de la representación, de la eucaristía y de la zarza ardiente mosaico, la aparición fulgurante y heterogénea de la singularidad de la obra artística impulsa un sentido de comunidad. Sin embargo, esta comunidad se levanta sobre la ruina de las perspectivas de emancipación política a las que el arte moderno ha podido estar ligado. Es una comunidad ética que revoca cualquier proyecto de emancipación colectiva. "



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