El caudillo de los ciento (fragmento)Antonio Arnao
El caudillo de los ciento (fragmento)

"Brilla el cielo puro y raso: sosegada está la tarde: el sol con sereno paso va descendiendo al ocaso que libre de nubes arde. Benigno el otoño impera de mil y quinientos siete; y al verdor de la pradera que halagüeño refrigera segunda vida promete. Es un pintoresco valle por la diestra engalanado de Dios que quiso adornarle para que el hombre en él halle puro y deleitoso agrado. Con su alfombra de verdura, con sus claros horizontes y el Esla que en él murmura, yace en plácida clausura de León entre los montes. Nadie explicarlo podría, pero en el valle aparecen en extraña compañía plantas que da el mediodía, y árboles que al norte crecen. Borda la vega frondosa multitud de flores varias, siendo entre ellas reina hermosa cualquier escondida rosa que descuelle solitaria. Con su lánguido rumor susurrando el aura mueve frutales de alto valor que el celoso agricultor a sumos afanes debe. Cubren las sierras vecinas hayas, robles y castaños de estaturas peregrinas, y algunas fuertes encinas cargadas de fruto y años. Las anchas laderas visten bajo monte en capa espesa, donde sin cultivo existe junto al arándano triste la roja y alegre fresa. Mas no es tan denso el follaje por el sitio más silvestre que en solitario paraje no se asome entre el boscaje alguna casa campestre. Hacia un extremo frondoso que la mirada recrea, y en valle tan delicioso, al pie de un cerro orgulloso se ve tendida una aldea. Y con almena y rastrillo donde su defensa fía, del sol al último brillo se ve en el cerro el castillo del señor de la behetría. No fue la fortuna parca con él, pues cuanto recorre la vista, y en junto abarca desde la más alta torre, suya es toda la comarca. Y a fe que en él bien parece tan magnífica grandeza, pues bien tenerla merece quien a todos favorece con generosa largueza. Sin que de su altura baje, no hay quien su afán no redoble por rendirle vasallaje, pues si es noble por linaje aún más por el alma es noble. Al humilde y débil ama, y es soberbio con el fuerte: oro en la lealtad derrama: la traición su enojo inflama; y al traidor le da muerte. Fue servidor esforzado del rey en distintas guerras, mas ya de lides cansado a vivir se ha retirado en su castillo y sus tierras. Allí recuerda a menudo sus pasadas ilusiones, juzgando que tiene escudo para librarse del rudo combate de las pasiones. "


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