El Greco o el secreto de Toledo (fragmento)Maurice Barrès
El Greco o el secreto de Toledo (fragmento)

"¡Qué silencio reinaba aquella noche en las callejuelas oscuras de la montuosa Toledo! Cantaban los grillos al pie de las murallas; más alto revolaban misteriosos murciélagos. Hacia las once y media oí música, que intentaba resonar a través de aquel dédalo, y de pronto me encontré en una calle más ancha y en presencia de un baile a la intemperie.
Unas parejas danzaban en la penumbra. Era una Toledo popular y de todos los tiempos. Unas niñas, abrazadas gravemente, marcaban los compases del baile con lánguidas gracias de aparecidas. Y con esa rapidez de juicio que tenemos en los países para los cuales nuestra curiosidad es nueva, yo creía ver, formando la rueda de curiosos, a los héroes de Goya, de Velázquez, de Cervantes y de Calderón, que representaban a los ojos de un novicio toda España... Sin embargo, no experimentaba yo un placer completo. Aquel agrio sonido de cobres, aquel estrépito plebeyo armonizaban demasiado mal con el ambiente.
De súbito concluyó la música, lanzaron largos gritos guturales los que bailaban, se apagaron las luces y, vivamente, el grupo se disolvió a lo largo de las callejuelas escarpadas. Entonces, en el silencio de la noche se elevó una canción. Era una estrofa, un canto de soledad, cuatro versos henchidos y punzantes, una gota de miel destilando del corazón.
Al día siguiente, en Santo Tomé, su eco se mezclaba en mi alma con las imágenes tristes y nerviosas que me presentaba la famosa tela del Greco, El Enterramiento del Conde de Orgaz. "



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