Jerusalén, ida y vuelta (fragmento)Saul Bellow
Jerusalén, ida y vuelta (fragmento)

"Ya había leído el libro del profesor Harkabi, Palestinians and Israel, escrito en 1974. En 1967 también había visto los campos de refugiados árabes. Eran mucho más sórdidos que los arrabales de chabolas de Hooversville en nuestro período de la Depresión: aquéllos eran sórdidos, eran la miseria, pero eran provisionales. Los campos que vi en Jordania ya tenían entonces casi una veintena de años. Me pareció que los habitaban sobre todo mujeres y niños, abuelas y ancianos. El pasado mes de noviembre, en la Ribera Occidental, pasé por algunos campos semejantes, ya vacíos, donde se pudrían las estrechas chabolas. Muchos de esos refugiados tienen un empleo, han sido realojados en pequeñas ciudades, en pueblos. Sin embargo, la mejoría económica no ha aplacado los ánimos de los árabes. Si acaso, ha agudizado su descontento.
Ahora bien, en fecha tan reciente como es 1972 el profesor Harkabi escribió que esas personas de la Ribera occidental estaban "preocupadas por las nuevas ocasiones de mejorar su nivel de vida", que se mostraban indiferentes en lo tocante a su futuro político y que de hecho estaban "auto-despolitizados". Con esto no pretendió herir ninguna sensibilidad. Tan sólo quiso dar a entender que estaban de sobra ocupados en mejorar su nivel de vida, contentos de dejar la política en manos de los políticos, sobre todo en manos de los políticos de los estados árabes.
No es está la situación de 1976. Leyendo los periódicos, escuchando la radio, viendo la televisión, los campesinos palestinos, así como los palestinos que habitan en los pueblos, han cobrado conciencia de que la atención del mundo está pendiente de sus problemas políticos. Cierto, el gobierno militar de Israel ha sido benévolo; las llagas purulentas de los campos de refugiados, en los que tantos miles de palestinos vivieron bajo la administración jornada, empiezan a secarse y a sanar, pero no hay aún asentamiento a la vista. Para Israel, la ocupación es costosa y vergonzante. Israel, nacido de un movimiento de liberación nacional, parece negar ahora a los palestinos idénticas libertades políticas.
Nosotros los occidentales no entendemos el problema árabe, apunta el profesor Harkabi; por desgracia, tampoco los israelíes conocen gran cosa del mismo. Y más les valdría entender cuáles son las verdaderas razones del conflicto. Los líderes políticos de Israel, si de veras han de afrontar el problema de manera nacional para proceder a resolverlo, tendrán que entender quiénes son los árabes, sobre qué es posible basar la paz. Harkabi habla rápidamente, sin circunloquios. Los sionistas no llegaron a Palestina provistos de un plan para expulsar a los árabes. Los sionistas tenían la esperanza de crear un estado judío, pero cuando Herzl fracasó en su intento para obtener una carta internacional que garantizase la existencia de tal estado, los sionistas se limitaron a la adquisición de terrenos para proceder a su cultivo. "



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