Prosa de réquiemEduardo Zepeda-Henríquez
Prosa de réquiem

"A la memoria de Claudio Rodríguez.
La poesía y la muerte son difíciles. Por eso nos sorprenden. Y más aún la muerte y la poesía de Claudio, tan elaboradas en su sencillez alucinante. Él, con suelas de goma, se acercaba a la muerte, la vidriosa, y, ya descalzo, a la poesía se acercaba. Pero ha quedado, pura clarividencia y brega, ese canto, a la vez local y planetario.
Y aquí ha quedado Clara, su claridad preclara. Dejad que el rostro de ella se humedezca con la espuma de mares en silencio. ¡Ah, el silencio marino, donde reposa todo el secreto del mar!
Claudio era amigo de todos, y para mí, fraterno desde mil novecientos cincuenta y cuatro, cuando eran azulones el aire de Madrid y la mirada de Aleixandre, en la que "Sirio" relucía. Fue Vicente, en su casa del Parque Metropolitano, quien me presentó a Claudio, junto a otros poetas que entonces, como yo, deletreaban el mundo.
Sólo Claudio jamás deletreó. Su más temprana voz era un don de la sobriedad y la ebriedad. Siempre fuimos vecinos, por la vecindad de la amistad, aunque también lo fuimos de Colegios Mayores: él, en el José Antonio, y yo, en el Guadalupe. Y luego, en el Barrio Salamanca, armonioso, pulido y con el soplo divino de El Retiro. Próximos hemos sido en el ángulo recto que dibujan mi calle de Conde de Aranda y la suya de Lagasca, ambas de plata vieja.
Alguna vez nos reunimos, para decir poemas, en el Colegio Mayor de Claudio, en el cuarto de Jaime Ferrán, donde asimismo acudía Marcelo Arroita-Jáuregui. Todos llevábamos en la punta de los sentidos los aromas mezclados, las manchas de color y la música atonal del Parque del Oeste.
Claudio había venido de su Zamora terrenal, y yo viajé a Zamora para ver el románico, y ver la tienda familiar con el nombre del poeta. Allí, amanece en la piedra. La piedra iluminada desde dentro. El rosicler de la piedra.
Él ya vino siendo poeta en la escritura y en la vida. Le envolvía un aire provinciano que se entendió como inocencia; pero que sólo era su modo de ser solidario. Hablaba sabiamente, en espirales de sabiduría, y sus saberes eran sanos, pero sin nada de ingenuidad. En la vera palabra del poeta se posa el búho de la diosa. "



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