Bajo la noche (fragmento)Enrique Ojembarrena
Bajo la noche (fragmento)

"Volvimos por segunda vez en poco tiempo a la granja de Zubiria. Ésta no había cambiado, pero todo era diferente porque faltaba Laila. De camino, habíamos comprado unas palomas torcaces recién cazadas que Sidi Ali y su hijo se dispusieron a cocinar enseguida. La luz de la lámpara fluorescente de la cocina caía de lleno al rato sobre la cazuela con las carnes asadas de las palomas, a las que Ahmed les había quitado los huesos escrupulosamente. Sidi Ali, con la camisa de lana a cuadros remangada por encima de los codos de sus brazos fuertes y velludos, terminaba de picar la cebolla.
"Señor Arrue, esa mujer bosniaca, ¿cómo se llama? - me preguntó Sidi Ali.
"Amina" -respondí.
"Sí, Amina. Ahora lo recuerdo. Un nombre hermoso como un Jacinto" -dijo el argelino.
Sidi Ali arrastró los pequeños trozos de cebolla con la hoja del cuchillo por la tabla de cortar y los echó en la sartén mezclándolos con la zanahoria. Ahmed le alargó la harina que Sidi Ali puso también en la sartén. Luego recubrió todo con el caldo de las palomas asadas que se desparramó en ríos y lagos entre colinas rojizas y nevadas de harina, cebolla y zanahoria, que se metamorfoseaban y se desplomaban.
"Esta mujer, Amina, ¿no es la mujer de la que me habló usted, señor Arrue?" -me preguntó otra vez Sidi Ali.
Ahmed, conociendo a su padre mejor que yo, intervino antes de que yo pudiera contestar.
"No, padre, no es la misma mujer."
Sidi Ali pareció satisfecho con la respuesta de su hijo y se entregó de nuevo a su tarea. "



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