Por la España desconocida (fragmento)Marcos Rafael Blanco Belmonte
Por la España desconocida (fragmento)

"El paisaje valía, en verdad, la pena de ser admirado. Si, en el momento de atravesar a pie enjuto el Mar Rojo los soldados del Faraón, las aguas se hubiesen petrificado, trocándose en rocas las encrespadas olas y haciéndose plantas y flores las espumas, a buen seguro que, desde el fondo, el espectáculo hubiera tenido no poca semejanza con el que se contempla desde la hondura del valle de las Batuecas. Una convulsión del globo sacudió a las sierras, desgarró crestas, aguzó picachos, abrió abismos y dislocó los miembros de gigantes cordilleras, y luego, al entrar en calma, perpetuó su obra tempestuosa dejando en aquel alborotado océano de piedra las huellas de la borrasca... La mano compasiva de los siglos embelleció los despojos del cataclismo; las grietas de los peñascos lloraron lágrimas transparentes, que se trocaron en saltarines arroyos; las oquedades se enverdecieron con musgos, líquenes y helechos; el viento, incansable sembrador, depositó gérmenes en la tierra, y allí donde hubo un resquicio, allí donde quedó un escalón, allí donde la vertiente no mostró excesiva aspereza, se acurrucaron las semilluelas, y, con el calor del cielo y el llanto de las rocas, nacieron, crecieron y arraigaron: los bojes de verdor perenne; las madroñeras resistentes a las nieves y que entre nieves fructifican, alegrando las tristezas del invierno con sus racimos de coral; los brezos, esos brezos de la especie llamada quiruela o mogariza, que despliegan como el varillaje de una sombrilla la gracia de sus flores, de tonos suavemente rosados; las jaras, plantas de misticismo, que llevan en su jugo fragancia de ámbares y de incienso y que en sus corolas de pureza ostentan el místico recuerdo de cinco llagas... Vegetación alpina cubre la parte superior del valle, y es bello ver temblar las florecillas en la hendedura de una masa granítica que, al sentirse quebrantada por el rayo, se entreabrió como una boca implorando misericordia, y quedó cual un monstruo que desencaja las fauces en el supremo instante de la agonía. "


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